Las personas, casi en su totalidad, se han pasado la vida afirmando que para quien ama a otro, ese otro es perfecto, no tiene nada que deba cambiar, mejorar o corregir.
Aseguran que quien te ama, lo hace a sabiendas de cómo eres y por lo tanto no quiere que seas o dejes de ser.
Simplemente te acepta y valora los aspectos positivos de tu personalidad.
Te apoya en lo que haces y te brinda un consejo sincero y preciso en los momentos difíciles.
Es en ese mismo contexto, que algunos aseguran que quien quiere que cambies tu esencia, sobre todo cuando han transcurrido muchos años de convivencia, en realidad ya no te quiere a ti, sino, que sin darse cuenta, te está dejando muy claro que está pensando en encontrar a alguien muy distinto a ti.
Durante mucho tiempo, sobre todo, en los momentos de mayor soberbia e inmadurez, yo también creía lo mismo. Estaba segura de que así era.
Sin embargo, al madurar un poco más y pensar en frío, veo que no es cierto, que quien quiere que depongas una actitud o corrijas una conducta lo hace precisamente porque te quiere y desea que seas una mejor persona, que no te dañes ni dañes a los demás.
Siempre va a surgir un sentimiento de rechazo hacia aquellos que desean que hagamos algunos cambios en nuestro proceder y si no reconocemos a tiempo que es por el bien, incluso, de nuestras relaciones con esa persona, terminaremos por echarlo todo a perder.
Si pensamos en todo lo que hemos vivido, lo que hemos hecho o dicho y reconocemos que sin importar lo hiriente de nuestra actitud, quien nos ama ha sabido perdonar. No es de extrañar que al final nos demos cuenta de que no es que ya no nos quieran, es quizás que lo que ese alguien desea es que volvamos a ser la persona que antes fuimos y que poco a poco hemos dejado perder en el camino.