Noviembre es el mes dedicado a la familia. No obstante, llevamos años trabajando cada semana con la finalidad de, desde este medio, llevar aportes dirigidos y enfocados directa e indirectamente a la misma. La familia, como núcleo y zapata de toda sociedad, y grupo social más pequeño que existe, es el punto de partida por el cual debemos empezar todo tipo de trabajo para transformar para cualquier conglomerado social.
¿Cuáles elementos son determinantes para que una familia sea funcional y sana? ¿Cuáles son las cosas en las cuales debemos hacer énfasis para que una familia sea equilibrada? ¿Es verdaderamente tu familia la empresa más importante en tu vida? Estas y otras tantas preguntas deben ser evaluadas por cada uno de nosotros. Por ejemplo, ¿te has preguntado si existen canales de comunicación adecuados dentro de tu hogar?
Dentro de todos estos cuestionamientos, este último se ve hoy día amenazado como nunca, debido a la distorsión y a la vez invasión de lo que paradójicamente se llaman “medios de comunicación”. El estilo de vida de la sociedad moderna, donde todos están de prisa, envueltos en múltiples actividades, tanto padres como hijos, conlleva, sin las personas darse cuenta, no solo a una mala comunicación, sino a una pérdida de la misma en un gran número de nuestros hogares.
Son muchos los niños cuyos padres, en búsqueda de conocimientos para éstos (son buenos, ¡pero cuidado!), los mantienen entre una actividad y otra, de forma que al terminar el día están agotados y, al pasar revista, se pasa la semana y apenas han intercambiado palabras con sus progenitores. Es común en muchos hogares que las actividades extracurriculares, tales como ballet, piano, inglés, etc., son tales que por las noches, el tiempo que podrían interactuar con papá y mamá tienen que utilizarlo para las tareas escolares. ¿Has revisado alguna vez, al terminar una semana, si verdaderamente te has comunicado con esposa (so) e hijos, o si finalmente no alcanzó el tiempo y necesitarías el doble para tus propias cosas? ¡Cuidado!, que al no tener tiempo para tu familia, quizás mañana ya no haya tiempo para recuperarla.