Hasta las elecciones de 2024 los porcentajes válidos -para fines de análisis y punto de referencia- son los que arrojaron las elecciones de 2020 por ser y haber expresado, de manera contrastable y del organismo rector -la JCE-, la votación de cada uno de los partidos que concurrieron en los tres niveles: presidencial, congresual y municipal. En consecuencia, cualquier otro referente cae en proyecciones apriorísticas o especulativas -encuestas a la carta y de quien la paga, narrativas en procura de percepción pública o manipulación política-mediática; o, por último, guerra de posicionamiento-.
A partir esa fuente confiable y oficial, tenemos, hasta 2024, que: el PRM fue el partido más votado, el PLD el segundo, la Fuerza del Pueblo -o como les conviene a los fupuistas, Leonel Fernández- el tercer lugar; y por último y de los “mayoritarios”, el PRD en cuarto lugar. Ese fue el registro contable que arrojaron las elecciones de 2020.
Por ello, cualquier análisis o narrativa política-periodística que quiera hacer proyecciones o malabares mediáticos está en todo su derecho; sin embargo, hay dos asuntos que queremos dejar claro: a) Leonel Fernández, llegará (políticamente hablando), con su narrativa de venderse como la segunda fuerza política hasta donde el PLD y el PRM los dejen -y ya lo han dejado demasiado-; y b) hasta ahora, y lo reiteramos, el PLD aún sigue polarizando con el PRM -pero esa polarización es coyuntural (valga decir, no es de bolsillo)- aunque por conveniencia estratégica al PRM le conviene, pues es más que evidente que el candidato y presidente Luis Abinader, frente al que fue tres veces presidente, iría, 2024, con sobradas ventaja -si no, auscultemos en la fallida convocatoria del natimuerto frente, bloque o coalición de “partidos” que aúpa el regreso, por cuarta vez, del expresidente-. Y no hablemos de las ventajas y atractivos del partido de gobierno -cualquier que lo detente- para aglutinar y decantar “firmeza” partidarias……
No obstante, desde nuestra óptica, en esa guerra de percepción y condicionamiento político-electoral mediático y ciudadano, el PLD -por múltiples razones- resulta el más perjudicado, pero por una específica: creer -desde la lógica de algunos de su cúpula- que Leonel Fernández se hará harakiri en el 2024. ¡Gravísimo error!
Y aunque el discurso del “apártense” podría leerse, y se está leyendo, como un error que facilita, desde ya, la unificación de la oposición tampoco es menos cierto que el mismo, aunque apuntara hacia afuera, pudo responder a una estrategia para conjurar y unificar hacia adentro. Me inclino por esta última lectura, pues, el dejar hacer del PLD frente a Leonel y su estrategia-objetivo fáctico de drenarlo, deja mucho a la imaginación.
Finalmente, lo repetimos, Leonel Fernández avanzará; y hasta podría tener éxito en su narrativa política-mediática, siempre y cuando, PRM y PLD se lo permitan; uno por conveniencia política-electoral-coyuntural -el PRM- y otro -el PLD- por pendejismo-quimera. La respuesta -para el PLD-, desde el 2019-2020, es sencilla, pero, como dice el refrán “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.