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El golpe de Estado al profesor Juan Bosch el 25 de septiembre de 1963, terminó abruptamente el primer intento democrático tras la muerte de Trujillo en 1961, abrió las puertas de la confrontación interna, de la segunda intervención militar norteamericana y de la Revolución de abril del 1965.

Como era de esperarse, y como vimos en la serie de artículos sobre “Poesía patriótica en Santo Domingo” (https://www.elcaribe.com.do/opiniones/poesia-patriotica-en-santo-domingo-1/ ; https://www.elcaribe.com.do/opiniones/poesia-patriotica-en-santo-domingo-2/ ; y, https://www.elcaribe.com.do/opiniones/poesia-patriotica-en-santo-domingo-3/ ), los poetas empuñaron sus armas (lira y pluma) y se colocaron, cantando, del lado del pueblo.

Al respecto, una breve antología del año 2000, realizada por Mateo Morrison bajo el auspicio de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, y que lleva por título: “Abril del 65. Visión poética”, selecciona poemas de doce poetas nacionales con esta temática, de los cuales tomaremos algunos fragmentos.

Abelardo Vicioso nos dice en su “Canto a Santo Domingo vertical”: Quiero que sepas hoy que te amo más que nunca,// corazón de la vida que prefiere la Patria (…) Tú estarás para siempre dibujada en mi pecho// de marinero en ruta tras las estrellas del alba.// Tu voz será la música de mis noches de fiesta.

Y Pedro Mir, el Poeta Nacional, en su poema “Ni un paso atrás”, canta: “Ni un paso atrás, soldados y civiles// hermanados de pronto en la verdad. La vida es una sobre los fusiles,// que no hay trincheras para los reptiles,// de malos nuestros a extranjeros viles.” Y, al final, termina el poema: “Que en la lucha del pueblo se confirme// -sangre y sudor- la nacionalidad.// Y pecho al plomo y la conciencia en firme.// Y en cada corazón ni un paso atrás”.

Máximo Avilés Blonda por su lado, nos dice en su poema “Hemos llegado a un punto”, que: “Hemos llegado a un punto// en que la boca del fusil es la que habla.// Hemos llegado a un punto// en que la lengua del pueblo suena a bronce// caliente.// Hemos llegado a un punto// en que el aliento del pueblo huele a pólvora”.

Y Héctor Incháustegui Cabral nos dice en un bello poema que todos nacemos marcados con el dedo de Dios en la frente, quizás pensando que nadie tiene razón en la guerra: “Porque no hay inocentes en el camino que abre la muerte,// porque no hay pulcritud en el camino que abre la vida. (…) cada quien en su cueva,// cada quien pensando o quizás por no pensar:// el que alza ronco su bandera,// y el que se mira ocioso las uñas de las manos, (…)”.

Miguel Alfonseca, canta, más bien grita, en su poema: Coral sombrío para invasores, que estos morirán “Porque son invasores.// Porque no defienden su patria// sino que agreden la nuestra.// Patria pequeña de tierra.// Patria inmensa de hombres.”

Y René del Risco Bermúdez, que no podía faltar en la antología, nos dice en su poema: Oda gris por el soldado invasor, lo que sigue: “Venido de la noche, // quizás de lo más oscuro de la noche,// un hombre con pupilas de piedra calcinada// anda por las orillas de la noche”.

El espacio, siempre dictador, nos obliga a terminar, pero nos abre la posibilidad de otra Pincelada con otros fragmentos.

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