La manifestación masiva y sin precedente acaecida el pasado 27 de febrero en la Plaza de la Bandera con la que se culmina una serie de manifestaciones, igualmente masivas, que empezaron desde la suspensión de las elecciones municipales el pasado 16 de febrero, debe asumirse como un compromiso muy serio tendente a reflexionar.
Lejos de restarle importancia a ese segmento de la población, en su mayoría jóvenes que oscilan entre los 15 a los 20 y tantos años, provenientes de clase media y media alta, debemos detenernos a pensar que hay un verdadero despertar en nuestra juventud sobre lo que aspira y espera de las autoridades y gobernantes.

Ese respeto a la democracia que exigen, con todo su derecho, ese cambio que esperan, con tanta ilusión, no debe festinarse.

Es un reto para las autoridades que sucedan a las actuales y, como todo reto, algo muy serio.

Toda esa juventud que se ha alzado manifestando inconformidad por la suspensión de las elecciones y que exige una seria explicación y aspira se respete el derecho a votar, muchos de ellos lo harán por vez primera, no desean un cambio de actores, también de escenario, de manejo, de consecuencias a las malas acciones, a toda mala práctica. Proceda de donde proceda.

Porque, como se diría en el argot popular, la fiebre no está en la sábana.

República Dominicana por vez primera ha vivido una manifestación pacífica ha quedado demostrado que el dominicano, cuando se lo propone, puede ser puntual.

Prueba de ello, los cacerolazos que vinieron dándose a las 8 de la noche en punto durante diez precisos minutos.

Las próximas autoridades deben pensárselo muy bien. Se encontrarán ante un pueblo vigilante y esperanzado de que ese cambio que se promete desde la oposición, se sienta real y efectivamente en todos los órdenes, en todas las instancias del poder.

Que figuras de la talla de Juan Luis Guerra se hayan unido a ese denominado Trabucazo 2020 es más que suficiente para que los políticos reflexionen. Esta figura no está buscando fama. Se ha alzado para apoyar una causa muy seria. Respeto a la democracia. A los principios.

La suspensión de las elecciones, por la razón que haya sido, no favorece a la democracia, pero ha puesto en evidencia que los dominicanos están alertas, vigilantes, que somos celosos cuando nuestra democracia parecería estar en peligro, cuando la sentimos amenazada.

Pero no es tiempo para regodearnos, mas bien demos carácter y mucha importancia a esta generación que se ha levantado, sin identificarse con agrupación política alguna, exigiendo se respete su derecho a votar, defendiendo nuestra democracia. La democracia que tanto se zarandea en tiempos de campaña es algo más que una palabra.

Aplaudo toda acción de respeto, que sea llevada de forma pacífica, como las acontecidas en los últimos días y que culminó este 27 de Febrero en la Plaza de la Bandera. Que no se utilice para politizar, más bien para reflexionar, meditar. Este pueblo cuenta con nuevas generaciones: los millennials y la generación Z, también conocida como posmilénica o centuríca (centennial).

Esta generación es la que está exigiendo, es la que se está manifestando, es el despertar, nuestra esperanza y nuestro futuro. Reflexionemos, pues.

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