El carácter por excelencia del periodismo debería ser su independencia; ejercer la profesión no debería atar a ningún tipo de periodista a intereses políticos o económicos. Lo ideal sería un periodismo sustentado en la vocación o inspirado en la ética de un sacerdocio comprometido sólo con las causas justas; es decir, aquellas que demandan solidaridad para el abusado, el o la violada o aquel o aquella que demanda justicia y respeto a sus deberes y derechos humanos.
Sin embargo, de lo ideal a la realidad hay un gran trecho.
En República Dominicana, por ejemplo, los gobiernos de turno violan indistintamente las Leyes Nos. 247-12, sobre la Ley Orgánica de la Administración Pública; la 523-13, que establece su reglamento, y la 44-08, sobre la Función Pública.
Y las violan, no porque no saben que las están violando, sino por hacerse los complacientes ante los periodistas.
¿Quién les ha dicho a los gobiernos, o a los periodistas, que el beneficio de la Ley de Pensiones es para favorecernos? ¿Acaso somos empleados públicos? Los periodistas bajo ningún concepto, que no sea violando la ley, calificamos para el beneficio de una pensión del gobierno o del Poder Ejecutivo, no importa la edad o si somos víctimas de una enfermedad crónica o terminal. Duele decirlo, pero es así.
La Ley de Pensiones sólo aplica para los empleados públicos. Lean bien, ¡para los empleados públicos!
La Ley No. 10-91, sobre la Colegiación Periodística, es muy clara y precisa en cuanto al ámbito que debe tener el Instituto de Previsión y Protección al Periodista (IPPP) y de los fondos que señala la propia legislación para hacer acopio de los recursos institucionales y poder disponer de liquidez para otorgar el CDP una pensión digna a cada periodista en edad de retiro, ya sea por edad o por enfermedad.
Pero, cada 5 de abril, en ocasión del Día del Periodista, con dos o tres meses de antelación, nos recostamos al Poder Ejecutivo para “mendigar” pensiones. ¿Es esa función de ningún colegio de periodistas? Quienes así lo han hecho dirán, no sin tener algún resquicio de razón: “Pide, que pidiendo en el peor de los casos sólo se empata”.
En ese “dejavú” las calles del país están repletas de pedigüeños.
Nunca había aspirado a nada, mucho menos a gremialista, pero viendo el derrotero del CDP, del cual soy miembro-fundador, es mi interés en llegar a la Secretaría General del CDP, desde la plancha Convergencia que postula a la presidencia del gremio al profesor Adriano de la Cruz, a los fines de contribuir a erradicar esa cultura del pedigüeño, y solicitar a la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) un diálogo sincero, franco y abierto para obtener el 0.5% de la publicidad de los medios de comunicación y de esa manera disponer dignamente de los fondos con que cada año, también dignamente, nuestro gremio jubile a sus miembros.