Recientemente estuve por Pedernales, una provincia del sur profundo que tiene a mucha gente con el ojo puesto, principalmente del gobierno y empresas privadas que ya están inmersas en desarrollar el turismo en esa zona. De hecho, se nota el avance que ha tenido en áreas que conforman el municipio cabecera, Cabo Rojo y el entorno de Bahía de las Águilas.
Ya Pedernales se vende como un paquete, pues cuenta con pequeños hostales, hoteles, restaurantes y áreas para acampar y pernoctar y qué bueno que así sea, porque esto implica fortalecer la provincia económicamente hablando, además del aporte que generan estas actividades al Producto Interno Bruto.
Desde hace muchos años el país sostiene su economía en dos pilares básicos que son el turismo y las remesas. Con la primera se apuntalan otras actividades como el turismo responsable y sostenible, en el cual las comunidades tienen mucha participación, y de esta parte es de la que quiero abundar un poco.
Haciendo una retrospectiva de mi viaje a Pedernales pude observar el pueblo como tal, el comportamiento de la gente, sus entornos y la riqueza que tienen y que muchos, quizá, desconocen, y que está ahí a la espera de que esa puerta grande se termine de abrir y de paso a muchas oportunidades de negocios.
Durante el viaje le comentaba a una amiga lo agradable que es llegar a un pueblo, ver gente amable y consciente del tesoro que tiene, pero también encontrar un pueblo limpio, libre de plásticos y contaminación ambiental, un lugar seguro, y Pedernales es una comarca hermosa, de gente laboriosa que quiere echar para adelante.
En ese sentido, hablaba de lo importante que es la participación de la comunidad en cada eslabón, la complicidad de cada habitante en los proyectos que se están desarrollando en esa provincia. ¿Por qué? Porque para los pedernalenses no sería lo mismo que los turistas sigan de largo a los hoteles que se levantan en el área de Cabo Rojo y no se detengan a recorrer sus calles y conozcan sus playas, como la playa Pedernales, de aguas tan cristalinas como la misma Bahía de las Águilas; su historia, cultura y gastronomía.
Pienso que en cada proyecto que se desarrolle allí y en cualquier otra provincia los comunitarios deben ser partícipes y compromisarios de lo bueno que se pueda hacer en favor de la provincia y del país.
Los grupos económicos privados que levantan estos proyectos, en coordinación con representantes del Gobierno deben realizar encuentros, ofrecer charlas y gestionar capacitaciones en diversas áreas de servicios para los residentes de la provincia, sin importar edad, ni género.
Uno de los temas más importante sería el ornato de la ciudad. Usted se imagina llegar y encontrar un pueblo limpio y seguro. Como diría cualquier dominicano: eso no tiene precio y el valor agregado que trae a la provincia y a su gente es invaluable.
Así que en hora buena estos proyectos que están iniciando en la provincia para desarrollar el turismo y ojalá su gente también se preocupe para presentar y vender al turista una ciudad limpia y segura, y que aprovechen ahora para reorganizarse que la población es pequeña. Eso es lo que cualquier dominicano desearía tener en cualquier rinconcito de esta media isla.