Las palabras vienen cargadas de enseñanzas y se explican por sí solas, basta tener la intención de interpretarlas para detenerse y entender su significado. El mensaje que transmiten es claro y contundente, somos nosotros los que no queremos oírlas, le damos otra connotación y evadimos su comprensión.
Por ejemplo, se llama “puesto” al sustantivo porque desde el exterior te han colocado y con la misma facilidad te quitan, el solo vocablo sugiere temporalidad, provisionalidad y que la permanencia en ese lugar depende de la voluntad de otro. Entonces ¿por qué aferrarse a él como si fuera parte de nuestra existencia, lo hubiéramos creado o nos perteneciera?
Si el “servidor público” es el que, según la nomenclatura, debe atender y estar siempre a disposición de los demás y al servicio de la comunidad ¿por qué se confunde con autoservicio -que es algo muy diferente- o un medio para satisfacer las apetencias propias, encumbrarse y sentirse superior al resto? Evidentemente, si fuera para uso particular, no le pusieran público.
“Funcionario”, en el sentido lato del término es quien debe funcionar en lo que se le ha encomendado y rendir en lo que le corresponde, ¿por qué se piensa que es un privilegio y no una labor? Lo contrario podría ser cualquier otra cosa, menos quien debe cumplir con las atribuciones del cargo (que, de paso, se llama así porque debería ser una carga pesada que se asuma, no sea fácil y que no pueda delegarse ni evitarse).
“Poder” sugiere posibilidad para hacer muchas cosas, acceso a lo que otros no pueden, entonces, ¿por qué sólo se usa en provecho propio?. Si el vocablo partido sugiere división y ruptura porque es el participio de partir que también significa marcharse ¿a qué viene tanta sorpresa cuando se segmentan y se sale algún miembro para irse a otro?
Si “preocupación” es ocuparse antes de la dificultad y “estudiante” se reserva para quien hizo su labor previa, ¿para qué anticiparnos ante el problema, en el primer caso o quejarnos con los resultados de las calificaciones, en el segundo?
Si se le llama borracho porque borra, ¿de qué sirve razonar con él?; consumismo porque se debe andar con lo de siempre ¿por qué insistir en hacer gastos superfluos? o carrera porque hay que recorrerla en constante movimiento, ¿de qué sirve detenerse? El trabajo lo es para significar que no es entretención, si no, esfuerzo y sacrificio; de lo contrario, ¿acaso pagarían por hacerlo?