En 1949 ingresé al entonces Seminario Conciliar de Santo Domingo para iniciar estudios eclesiásticos que en 11 años sería ordenado presbítero, muy conocido como Sacerdote de nuestra Santa Madre Iglesia Católica, sin embargo a los 4 años, y como dice el precepto bíblico “muchos son los llamados y pocos los escogidos”, pero debo testimoniar que los años que pasé en el Seminario fueron la base de mi formación intelectual y mi comportamiento ético y moral.

Nicolás de Jesús ingresó al Seminario en 1950 o sea un año después de mí, pero recuerdo aquel jovencito con apenas 14 años, delgado pero muy apuesto y en ese momento albergué la idea de que ese nuevo seminarista sería y ha sido lo que realmente sucedió, un ente importante en el desarrollo de la historia de nuestra Santa Iglesia Católica en nuestro país porque el autor de esta entrega desde que inicié el tercer año de estudios, denominado el tercer curso de Latín había decidido salir del Seminario, lo que no me fue fácil porque el Rector y el Padre espiritual del Seminario no querían mi salida al tomar en cuenta mi buena conducta y mi destacado aprovechamiento en los estudios.

Nuestra amistad se ha mantenido a través de los años y aunque ya no es el Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo lo visito con alguna frecuencia en su residencia donde vive en un importante sector del Distrito Nacional.

En 1990 escribió el prólogo de mi libro titulado “Origen y Desarrollo de la Universidad de la Tercera Edad (UTE)”, en el que manifestó lo siguiente:
“Mi buen amigo el Doctor José Nicolás Almánzar García, a quien tuve la oportunidad de conocer en mis primeros años de Seminario, me ha pedido estas líneas introductorias para su obra “La Universidad de la Vida y la Esperanza”, que es sencillamente la historia de la Universidad de la Tercera Edad (UTE).

Muy gustoso he accedido a su petición, no sólo por la amistad que nos une desde hace cincuenta años, sino porque creo que la universidad referida ha satisfecho una necesidad de un amplio sector de nuestra población y es importante que el pueblo dominicano conozca sus orígenes y su desarrollo.

Me consta que el doctor Almánzar es un hombre que ama la educación, labor a la que ha dedicado toda su vida, coronada hoy con la fundación de la UTE.

En la presente obra, el lector encontrará los antecedentes de la misma como también sus orígenes. Es interesante conocer otras experiencias parecidas en países tan disímiles como Venezuela, Japón, Francia, Uruguay, Chile y Bélgica, que sirvieron como puntos de referencia para la fundación de la UTE”.

El título de esta entrega pidiendo oraciones para mi amigo el Cardenal quien sufrió una caída en su propia casa y se fracturó la cadera, pero gracias a Dios Nuestro Señor, la operación que se le practicó resultó exitosa y es posible que en los próximos días vuelva a su residencia, donde trataré de visitarlo junto a mi esposa Esperanza para saludarle y reiterarle nuestra amistad y lo mucho que lo admiramos y queremos. También mi apreciado Cardenal López Rodríguez fue nuestro Orador Invitado en la Cuarta Graduación Ordinaria, celebrada en el Auditorio de la Casa San Pablo, el domingo 03 de marzo del año 1996, donde me tocó presentarlo en mi condición de Fundador y Rector de la Universidad de la Tercera Edad (UTE), en cuya presentación destaqué su recia personalidad y su valiosa dirección de la importante Arquidiócesis de Santo Domingo, así como su férrea disposición en las diferentes situaciones sociopolíticas que acontecen en nuestro país.

Incluyo debajo, parte de su interesante discurso:
“Comienzo mis palabras agradeciendo muy sinceramente a mi amigo de muchos años, el Dr. José Nicolás Almánzar García, su distinguido Rector, la amable invitación que me hiciera para compartir con ustedes este momento de gran satisfacción para cada graduando o graduanda. Este acto es siempre un día soñado para el que estudia.

Quiero también felicitar a los que concibieron esta hermosa realidad que es la Universidad de la Tercera Edad. Sé que existen otras similares en diversos países y creo que es una señal de que las mismas responden al deseo y a la que ya se tiene, o simplemente ampliar el propio horizonte cultural, por aquello de que el saber no ocupa lugar.

Lo cierto es que muchos de ustedes, queridos graduandos por distintas razones, quizás no pudieron realizar los estudios que hubiese querido seguir a una edad más temprana, pero hoy están aquí, habiéndose sometido a la prueba y habiéndola superado. Me congratulo de corazón con ustedes y con sus respectivos familiares que comparten estas alegrías de verles llegar a la meta”.

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