Cuando los ayuntamientos lograron la autonomía muchos pensaron que esto resultaría en un manejo más eficiente de los municipios. Todo lo contrario, la consecuencia fue la de crear más municipios y distritos municipales.
El apetito de nuevos alcaldes y más regidores, sueldos, vehículos, choferes, colocación de amigos y familiares ha sumido al país en un verdadero caos municipal que amenaza la existencia pacífica de los munícipes, atenta contra el turismo y convierte ciudades y pueblos en un amasijo de callejones y tarantines años atrás inimaginables.
Los recursos ya no alcanzan para los servicios vitales que requiere la ciudadanía porque todo se va en gastos y la idea de un presupuesto participativo, que sin duda es un paso de avance, ya que el ayuntamiento discute las obras con las juntas de vecinos, se cumple en muy pocos alcaldías.
Debo hacer una aclaración, no todas las alcaldías son iguales, existen verdaderos modelos de gestión, pero desgraciadamente son las menos.
El alcalde David Collado, en una reunión con algunas juntas de vecinos declaró, que se preparaba a elaborar un nuevo plan de ordenamiento para el Distrito Nacional.
Precisamente, este diario hacía un reportaje del caos de la Duarte con París. Probablemente en esa esquina se da una escena dantesca, donde incluso se promocionan que venden más barato que en New York, cosas de las modalidades de importación de las pacas y los tanques, pero que no son motivo de este artículo.
El anuncio de Collado debe haber llenado de entusiasmo a muchas juntas cansadas de que se violen las ordenanzas municipales, así como debe haber abierto el apetito de aquellos que quieren a todo costo convertir tranquilas zonas residenciales de dos niveles en más torres sin parqueos y por cuyas calles es imposible de transitar.
Posiblemente despierte el apetito de instalar más colegios en el polígono central para que no podamos llegar a tiempo a ningún sitio, instalar más negocios de comida, o como me contaba una vecina que al lado de su vivienda instalaron una casa de acogida y todos los desperdicios, sin importar de qué tipo son tirados a la calle.
Si un domingo nos dedicamos a dar una vuelta por zonas residenciales, ya que durante la semana es casi imposible, encontraremos un colegio al lado de un negocio de expendio de bebidas, una agencia de viajes, una cocina industrial, un bar que usa el estacionamiento de un gran centro comercial. Si buscamos datos en la alcaldía nadie autorizó el cambio de uso de suelo, pero el colegio y los demás negocios siguen violando las ordenanzas municipales sin que ninguna autoridad haga nada.
Cuando se adquiere una vivienda en una zona, el comprador se asegura de cuáles son las regulaciones y si decide vivir en un sector donde sólo se permiten viviendas hasta dos niveles y hay limitaciones para la instalación de negocios se paga un precio por la tranquilidad.
Pero sucede que de repente nos encontramos con una oficina política, con una agencia de viajes, con un colegio y en la esquina de un gran negocio que no está dentro de los límites del sector se estacionan taxis sin orden y como siempre irrespetando no sólo las regulaciones municipales sino las más elementales leyes de tránsito.
Las autoridades municipales se declaran incompetentes y todo termina en una especie de Duarte con París.
La situación del país se está tornando tan grave, que hace pocos días un gran amigo, que fue de los judíos originales de Sosúa, me dijo que con gran lástima vende su apartamento de toda la vida porque simplemente no soportan, él y su esposa, que ya sólo vienen de vacaciones, el desorden de lo que fuera una hermosa ciudad de playa.
¿Cuál será entonces el plan de nuestro apreciado alcalde David Collado? Cómo hacemos que se respeten las ordenanzas municipales y no reine el caos y la codicia de constructores, que no les importa levantar torres donde no se debe, que no les importa levantar torres sin parqueos para visita y mucho menos suficientes para los propios adquirientes.
Me cuenta la Junta de Vecinos de Julieta, que están preocupados por el gran desorden de lo que fuera de los pocos sectores planificados y una de las primeras juntas en registrarse formalmente, ya hace muchos años en el entonces Ayuntamiento del Distrito Nacional.
Les decía que deben acercarse al alcalde, que conozco de su gran deseo de hacer un buen trabajo, que de hecho lo vemos en avenidas, parques y cementerios, donde antes reinaba el mayor de los desórdenes y hoy son ejemplo de limpieza y orden.
Estoy seguro de que David Collado sabrá hacer que se respete en Julieta, como lo ha hecho con otros sectores, la convivencia pacífica de que son merecedores los munícipes de ese sector y que tan pronto oiga los justos reclamos de los mismos, Julieta volverá a ser un sector tranquilo y respetando la planificación con que fue creado.
Denle la oportunidad al joven alcalde, que estoy seguro no los defraudará; y que ese nuevo ordenamiento municipal que ha anunciado, sea un ejemplo para que otras alcaldías entiendan que sin orden no hay crecimiento, no hay turismo y que finalmente nos convertimos en una Duarte con París nacional.