El sistema de pensiones en República Dominicana enfrenta desafíos estructurales que no pueden ser ignorados. La informalidad laboral, los bajos aportes y la edad de retiro son cuestiones que demandan tener el foco encima.

Hay una realidad que no puede esconderse: el 60% de la población dominicana no cotiza, lo que significa que una mayoría significativa no tendrá acceso a una pensión en el futuro. Suena fuerte, pero es así. Por lo que se sabe, este problema no es exclusivo de República Dominicana, sino que es común en toda América Latina. En unos países poco más, o poco menos, pero informalidad alta al fin.

Es un obstáculo para la seguridad social. Un régimen de pensiones solidarias podría ser una solución viable para aquellos que no pueden acceder a una pensión contributiva. Por lo menos así lo plantean especialistas en el tema. La experiencia de otros países demuestra que un régimen solidario es efectivo para ampliar la cobertura y garantizar una red de protección social más inclusiva.

Otro aspecto crucial es el aumento gradual de los aportes. El actual 8.4% es insuficiente para garantizar pensiones adecuadas. Ya se ha dicho que una política gradual que eleve los aportes hasta un 15% podría proporcionar una base más sólida para el sistema pensional. Este incremento no debe ser abrupto, sino progresivo, para permitir a los trabajadores y empleadores adaptarse a los cambios sin generar una carga excesiva.

La edad de retiro está en el debate (60 años o más es la establecida a nivel local); se requiere una revisión -dicen algunos expertos- porque la expectativa de vida ha aumentado, y es necesario ajustar la edad de retiro en consecuencia.

En algunas naciones –España, por ejemplo- se han implementado incentivos para que las personas opten por retrasar su retiro, lo cual podría ser una estrategia efectiva para equilibrar el sistema de pensiones en República Dominicana.

El reciente Segundo Congreso Bienal Salud y Seguridad Social abordó la necesidad de una reforma integral que contemple la diversificación de las inversiones, protección al desempleo y la implementación de pensiones mínimas contributivas y universales. Diversificar las inversiones es positivo para asegurar la rentabilidad de los fondos y fomentar el desarrollo económico del país. En esa parte se viene trabajando, y qué bueno.

Cifras recientes de la Superintendencia de Pensiones indican que más del 50% de las provincias del país se benefician de la inversión de los fondos de pensiones en proyectos diversos. Estas inversiones han dinamizado el mercado de valores, promueven el ahorro formal y contribuyen a la creación de empleos.

Es fundamental continuar en esta dirección.

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