Hace unos días mi esposa y yo le explicábamos a nuestros consuegros salvadoreños la incertidumbre que vivimos después del ajusticiamiento del tirano Trujillo. Eran tiempos muy difíciles, no sólo para nosotros, que empezábamos a dar pequeños pasos de convivencia democrática, el ambiente internacional estaba matizado por la guerra fría y el temor de que el régimen comunista de los Castro pudiera extenderse hacia nuestro país.
Como están de moda los “baby boomers”, “la generación X”, “los millennials” y hasta los “centennials”, sólo los “baby boomers” vivimos esa época insegura y tumultuosa que llegó a su clímax con la revolución de abril del 65 y la invasión, el veinte ocho de ese mismo mes, de 42,000 marines de la 42 división aéreo-transportada, ordenada por el entonces presidente norteamericano Lyndon B. Johnson.
Era usual no poder ir a la escuela porque las calles no eran seguras y a diario había denuncias de golpe de estado. Los Estados Unidos, celosos de su área de influencia, tan pronto se detectaba que pudiera revertirse el precario orden institucional dejaban ver en el horizonte dominicano sus inmensos portaviones.
El país para muchos que no vivieron ese periodo de la guerra de abril y que explicábamos a nuestros parientes, la ciudad estuvo dividida entre los revolucionarios y las Fuerza Interamericana de Paz, compuestas por Estados Unidos, Brasil, Honduras, Paraguay y Costa Rica. Otros países la rechazaron o simplemente se abstuvieron. Pero los portaviones norteamericanos siempre estuvieron en el horizonte dominicano.
Es de ahí que, en esa época, con el acostumbrado humor que nos mantiene contentos a pesar de cualquier adversidad o los acostumbrados dime y direte de los políticos, la frase “O porta bien o portavión”.
Me imagino que eso mismo le sucedió al gobernador Roselló, que con más razón depende en mayor medida de las decisiones de Estados Unidos por la condición de Estado Libre Asociado del vecino Puerto Rico.
Pero antes de la divulgación de casi 900 páginas de burlas y comentarios homofóbicos, sexistas y misóginos, creo que los puertorriqueños estaban cansados por el mal manejo dado a la situación post huracán María. Muchos se vieron obligados a emigrar en condiciones inhumanas y las autoridades, en vez de resolver los problemas de agua, luz, infraestructura y viviendas, perdieron su tiempo en criticar a una población que merece respeto.
Las denuncias de la corrupción con el manejo de los fondos para la recuperación del huracán tenían a la población irritada, no acostumbrada a las protestas, acomodada con las facilidades que recibe de los Estados Unidos, la enorme deuda y los efectos de María cambiaron el patrón de consumo al que estaban acostumbrados. Se dice que cerca del 23% de la población debió emigrar a Estados Unidos, especialmente a Orlando , donde debían dormir familias enteras en una habitación, en casas de amigos o hasta en vehículos.
Pedir la renuncia de Roselló y los demás que participaron en horas de chat entiendo que es poco, deben pedir la devolución de los salarios que un Estado quebrado pagaba para resolver los problemas y no para estar como comadres de barrio perdiendo el tiempo.
De nuevo, esto es un ejemplo del poder de las redes y la popularidad de los artistas, que sin importar su inclinación sexual, merecen respeto y que sin duda, muy a pesar del deseo del gobernador, lo obligaron a renunciar.
Hoy Puerto Rico está en un limbo, la Constitución establece que a falta del Gobernador quien lo sustituye es el Secretario de Estado, Luis Rivera Marín que fue del grupo de zánganos del chat y renunció. La Secretaria de Justicia, que en un momento estaba entusiasmada en asumir el cargo, fue también rechazada por los manifestantes que han demostrado tener enorme influencia en la población.
Esto lleva al Secretario de Hacienda y así sucesivamente a los diferentes encargados de las carteras de educación, trabajo, obras públicas, comercio, salud y agricultura en ese mismo orden.
Lo importante ahora no es quien asume, es una isla que necesita retomar la confianza en quienes la dirijan, que puedan recomponer lo que aún queda de María, el mensaje del poder de las redes, la popularidad de artistas y lo que el cansancio de una población por falta de respuestas de la dirigencia política puede terminar con un gobierno.
Esto lleva a preguntarse: ¿Por qué esto no ha sucedido en Venezuela, donde la situación es aún peor? La respuesta es el clientelismo del chavismo, donde a pesar del hambre, las torturas, los asesinatos y el narcotráfico hay una parte importante de la población que vive de lo que recibe del gobierno y el apoyo de las fuerzas Castro-comunistas que mantiene al régimen de pie a pesar de todo.
Pero todo tiene un límite y sin tener que llegar a “porta bien o portavión” llega el momento del hastío y no soportar más que unos exhiban una bonanza que no pueden justificar contra el hambre y la necesidad de muchos.