Si has estado viendo una película y has sentido tensión porque el protagonista comienza a sentir estrés, bienvenido al club.
En tiempos bien antiguos esta simple función nos podía salvar la vida. Si alguien en un grupo sentía estrés, o sea, por su sangre comenzaba a correr la hormona del estrés (el cortisol), teníamos que prepararnos también.
Sin tener que tomar una decisión, el cortisol corría por nuestro flujo sanguíneo. Estábamos en alerta máxima, preparados con el modo: Pelea/huida. El contagio era cuestión de vida o muerte.
La vida hoy es diferente, pero mirar a otros como actúan sigue disparando esa útil hormona para que nos pongamos en el modo mencionado en el párrafo anterior.
¿Debemos estar atentos para pelear o huir? Mi respuesta sería: Casi nunca.
Sí, buscar la comida es un tipo de pelea, pero no hace falta tanto cortisol y adrenalina. Nuestro cuerpo no está preparado para esos altos niveles de dichas hormonas. Mucho menos a manejarlas casi perennemente.
A ver: ¿Podemos disfrutar el proceso de levantarnos y salir de la casa? Creo que hasta podríamos pasarla bien en el camino al trabajo. Yo disfruto mucho mi trabajo, el que me ve dando conferencias lo sabe. Al finalizar, bajo mi nivel de adrenalina y cortisol… de lo contrario, mi sistema me pasaría factura.
No deberíamos dejarnos contagiar, pero es un sistema de sobrevivencia el que se activa. Debemos hacer algo fuera de lo automático si deseamos desactivarlo.
Llevar la situación al consciente es una gran solución. Nos damos cuenta de que alguien está con estrés, es hora de analizar si también estamos en peligro. Casi nunca es peligro, ni siquiera nos incumbe el tema que le ha hecho estresarse al otro.
En una sala de espera de una tienda nadie debería traerme sus problemas. Al final, salgo estresado y contagio a los siguientes que me encuentre. ¿Es justo? No, pero es natural.
¿Puedes reconocer el próximo personaje que te cause estrés y no permitir que suba el nivel en ti? Te aseguro que si actúas podrás tener resultados.