Cierto que en nuestro país hay dirigentes y “estrategas” -kamikazes-voceros- fallidos de las Ciencias Políticas y dominio de los entretejes de un oficio que necesita, además de show mediático y manipulación de percepción pública -según convenga, coyunturalmente-, mirar, como decía el extinto líder Peña-Gómez, más allá de la curva. Sin embargo, y aunque nadie lo confiese, estoy seguro que los más avezados en el oficio, tienen, en algún recoveco casero o ambulante, dos libros-manuales indispensables: “El Príncipe” y “Las 48 leyes del poder”.
Igual “Vidas Paralelas” de Plutarco y “Las vidas de los doce Césares” de Cayo Soetonio Tranquilo, que resultan una enciclopedia -de pasajes y enseñanzas- que nos ilustran de cómo se templan-cuecen las victorias, las derrotas, las asechanzas, las intrigas y las deslealtades en el campo de la política y la guerra.
El Presidente Danilo Medina, es, sin quizás, el líder-político más experimentado que tiene el país; pero además, le cabe el mérito –histórico- de ser el Presidente más votado electoralmente, y como si fuera poco, el más enfocado, después de Juan Bosch (1963), en la agenda social histórica acumulada -la que, dicho sea de paso, ha avanzando como ninguno otro Presidente contemporáneo-. De modo que, en lógica política, ninguna franja de su partido debería estar regateando su rehabilitación política -en tiempo-espacio-, a menos que se quiera, como es evidente, jugar a la oposición política y seguir atizando-aireando una consigna callejón sin salida.
Y uno se pregunta: ¿cuál es la razón última que anima, a una franja de su partido, a cerrar una rehabilitación política del que de sus filas ejerce la primera magistratura del Estado? ¿No debería, en estricta lógica política, ser esa sinrazón una postura política-electoral de la oposición, a sabiendas, como sabes, que todas las encuestas a si como reflejan una curiosa (¿…?) “altísima tasa de rechazo” sobre la variable reelección; reportan, también, una altísima valoración ciudadana del Presidente Danilo Medina?
De modo que, en cualquier coyuntura-escenario, el Presidente Danilo Medina resulta un activo político-electoral decisorio. Por ello, conviene no obviar-estigmatizar esa realidad fáctica-estratégica, pues la táctica o escaramuza -de conveniencia coyuntural- no puede sustituir la estrategia. Es tradición en el PLD, de cuadro y de masas, ceñirse, si de candidatura presidencial se trata, a lo que sus estatutos mandan, y también, al posicionamiento electoral.
Conviene no correr la táctica de la oposición política y mediática al gobierno y al partido. Finalmente, si Joaquín Balaguer –sátrapa-ilustrado-, de alguna forma, fue rehabilitado en 1986; Leonel Fernández e Hipólito Mejía, en el 2010: ¿por qué no a Danilo Medina, ahora? ¿Cuál es el problema? ¿Que a la oposición no le conviene? ¡Allá ellos!