En los últimos días, la crítica al nuevo gobierno por la designación de parientes de políticos, no del Presidente, en la administración pública ha sido constante.
Este gobierno con tan sólo diez días de juramentado se le critica lo que a otros nunca se hizo.

Tengo el temor, y así lo he expresado a muchos amigos, que se pretenda hacer con este gobierno como se hizo con el de Leonel Fernández en su primer período 1996-2000.

Recordemos que desde los inicios de esa gestión fueron incontables las huelgas, las protestas. Las condiciones eran diferentes, el país tenía un escaso presupuesto, era economía pequeña pero igualmente politizada. Los que salían del poder soñaban con regresar y los que no lograron llegar, protestaban por cualquier cosa para ver si podían llegar.

Precisamente, cuando escribía el artículo, sin saberlo, el buen amigo Frederic Emam-Zade me hizo llegar lo que en Perú la ley cataloga como nepotismo.

En el Perú, nepotismo se define: “se configura un acto de nepotismo cuando los funcionarios, directivos y servidores públicos, y/o personal de confianza de las entidades y reparticiones públicas conformantes del Sector Público Nacional, así como de las empresas del Estado, ejercen su facultad de nombramiento y contratación de personal, o ejercen injerencia directa o indirecta en dicho nombramiento o contratación, respecto a sus parientes y por razón de matrimonio o unión de hecho”.

¿Pueden entonces los nombramientos actuales considerarse como nepotismo? Por el momento no, porque no son personas relacionadas con el Presidente o sus funcionarios.

Ahora, ¿por qué criticar que hijos de políticos sigan las carreras de sus padres? Carolina Mejía, Faride Raful, Omar Fernández, Wellington Arnaud, Orlando Jorge Villegas, Rogelio Alfonso Genao y muchos más que no vienen a mi memoria, tienen todo el derecho de participar en el tren administrativo. Con mucha más razón, muchos han sido elegidos y no designados.

Es una tradición, no sólo en la política dominicana, familias de políticos. Kennedy nombró a su hermano Robert, Procurador General de Estados Unidos y su hermano Edward Kennedy fue senador toda la vida.

Pero más aún, en estos días durante la elección del candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, Joe Biden, exvicepresidente de ese país, era apoyado por el nonagenario expresidente Jimmy Carter, quien lo recuerda, que era senador cuando él era candidato a la Presidencia.

Ese es un hecho que no sólo se da en la política, es común ver una familia de abogados, de médicos, de empresarios, de ingenieros, yo tengo seis hijos y todos son empresarios.
Participan en la dirección de importantes asociaciones empresariales como lo he hecho yo y nada de eso se califica de nepotismo.

Ahora, esto no quiere decir que perdamos de vista que por años muchos han aprovechado las funciones públicas para lucrarse. Eso es lo que tenemos que evitar. Hemos callado muchas veces ante grandes negocios que han hecho familiares, amigos de funcionarios. Eso es lo que podemos calificar de nepotismo y mucho más.

Pero hay que tener mucho cuidado con los excesos y evitar con esas críticas que personas capacitadas y serias no quieran ser funcionarios para no estar sometidos a críticas mordaces y sin sentido. Se expone a que cualquiera que tenga una cuenta en twitter con 15 seguidores se cree más serio y omnipotente que nadie.

Lo que no se puede repetir es lo que hemos estado viendo en estos días y que todos sabíamos y callábamos. En esta semana la cancelación de 24 subdirectores en Autoridad Portuaria. Personal diplomático repartido por todo el mundo con salarios altos y sin funciones, eso es nepotismo y corrupción.

Hijos e hijas de ministros colocados en cualquier posición sin capacidad, como de la misma forma defiendo otros como Juan Ariel Jiménez que, al igual que los que he mencionado, es mucho mejor que su padre y esto no lo digo despectivamente, porque como padres el mayor orgullo es que nuestros hijos nos superen.

Tenemos ahora a Milagros Ortiz Bosch al frente de las políticas de ética, transparencia y combate a la corrupción. Como bien dice es una asignación pendiente para la cual tiene una hoja de vida intachable, demostrada en todas las funciones que ha ejercido desde muy joven.

Un nuevo ministro de administración pública que seguro no se hará de la vista gorda de todos los nombramientos que simplemente correspondieron a peticiones de todo nivel y todo orden.

Lo de nepotismo se termina cuando como establece la ley de Perú, “cada entidad debe recabar de toda persona que ingresa a prestar servicios, independientemente de su régimen laboral o contractual, una declaración jurada, en la que consigne el nombre completo, grado de parentesco, o vínculo conyugal y la oficina en la que eventualmente presten servicios sus parientes o su cónyuge, en la misma entidad”.

En fin, no confundamos designaciones de jóvenes talentosos con designaciones a granel sin funciones y sin capacidad: la primera es aprovechar talento; la segunda, favoritismo, nepotismo o corrupción, llámela como quieran y finalmente “Sea usted el jurado”.

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