297 libras de aguacate fueron consumidas en el 2017 por cada dominicano, si aceptamos el estimado de producción total del Ministerio de Agricultura (MARD) que la situó en 1,405,847 toneladas, equivalente a 3,099.4 millones de libras. Si al total producido deducimos el estimado del MARD de 78 millones de libras exportadas, se tiene que el consumo total de aguacates en el 2017 fue de 3,021.4 millones de libras. Divida por la población y llegará a las 297 libras.

No es cierto que cada dominicano, en promedio, consumió el año pasado 297 libras de aguacate. Si fuese así, tendríamos la piel verde. Los mexicanos, los principales productores de aguacate del mundo, con 1,997,629 toneladas en el 2017, consumieron, cada uno, un promedio de 16.5 libras. El dominicano no consume 18 veces lo que consume el mexicano.

El dato del MARD implicaría que el 2.76% del territorio nacional, unos 1,339 kilómetros cuadrados, están sembrados de aguacate, si se asume que nuestro rendimiento es similar al de México (10.5 toneladas/hectárea), país donde sólo el 0.105% de su territorio está dedicado a la siembra de aguacate.

La segunda fuente de información disponible es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Para el 2016, partiendo de fuentes oficiales nacionales, la FAO estimó nuestra producción de aguacates en 601,349 toneladas, el mismo estimado que tiene la Oficina Nacional de Estadística (ONE) para ese año. A partir de los datos de la ONE a agosto del 2017, se tendría que la producción de aguacate en el 2017 ascendería a unas 559,520 toneladas. Esta estimación, aunque un poco más sensata que la del MARD, todavía arrojaría niveles de consumo de aguacate por habitante y uso de suelo para ese cultivo exageradamente altos: consumo anual de 118 libras por habitante, 7 veces el nivel mexicano, y 1.1% del territorio (533 kms2) dedicado a su siembra, 10.5 veces la intensidad mexicana. A pesar de que expertos en la producción y comercialización agropecuaria nos aseguran que la producción nunca ha sobrepasado las 300,000 toneladas, tomaremos la data de la FAO, por el momento, como válida.

La producción de aguacate en República Dominicana exhibe un crecimiento considerable en los últimos 5 años al pasar de 290,011 toneladas en el 2012 a 559,520 en el 2017. Somos, después de México, el principal productor mundial de “oro verde”, como se le llama a esta fruta cada vez más demandada en todo el mundo, al percibirse como uno de los alimentos más deseados por cientos de millones de personas enrolados a la alimentación sana. Pero no estamos solos. Perú, Colombia, Guatemala y Chile, en la región, han estado exhibiendo un notable crecimiento de producción, con la ventaja de que sus habitantes, exceptuando a los guatemaltecos, parecen no tener nuestra seria adicción al aguacate.

Perú produjo 470,900 toneladas de aguacate en el 2017, 16% menos que nosotros. Sin embargo, sus exportaciones de aguacate alcanzaron US$578 millones, 12 veces los US$48.9 millones que exportó República Dominicana según el MARD. Chile, que produjo apenas 177,505 toneladas, menos de la tercera parte de nuestra producción, exportó aguacates por un valor de US$479 millones, 10 veces lo que exportamos nosotros. Perú y Chile, junto con México, que exportó US$2,901 millones de “oro verde”, el doble de las exportaciones de Barrick en nuestro país el año pasado, conforman el trío dominante del mercado mundial de exportación de aguacates. A ese trío, Colombia está firmemente decidida a unirse. De 170 mil dólares que exportó en el 2011, subió a US$53 millones en el 2017. Los colombianos han visto el gran mercado existente para el aguacate Hass y han logrado atraer empresas chilenas y sudafricanas con ‘know how’ en el manejo que hay que darle a la fruta para su exportación.

¿Qué está sucediendo con el segundo productor mundial de aguacates que apenas ocupa la octava posición en ranking mundial de los principales exportadores, por debajo de México, Perú, Chile, EUA, Kenya, Israel y Colombia?

Consultas realizadas con expertos en la producción y comercialización de bienes agropecuarios del país nos permiten especular un poco. En primer lugar, los datos de producción de aguacate de las fuentes oficiales parecen estar bastante sobrestimados. Los expertos sitúan la producción actual en no más 300,000 toneladas. Si ese estimado fuese correcto, seríamos el quinto productor mundial, por debajo de México, Perú, Colombia e Indonesia.

Señalan además que el bajo nivel de las exportaciones de aguacates en el 2017, apenas US$48.9 millones según el MARD, se debe a la baja calidad que prevalece en la producción de aguacates, debido en gran parte a la ausencia de una “verdadera cultura de responsabilidad exportadora”. Indican que a pesar de que tenemos cerca de 15 mil productores de aguacates en el país, apenas 200 están certificados con las normas ISO de calidad y en el manejo de las buenas prácticas agrícolas (Globalgap).
Aseguran que más del 50% de la fruta que debería ser exportada, finalmente es descartada a nivel de la empacadora, destinándose, en consecuencia, al mercado doméstico.

Sostienen que parte del problema es que la estructura productiva nacional incorpora a muy pocos grandes productores de aguacates con una clara visión de producir para la exportación. La mayoría son pequeños, y en menor proporción, medianos productores. Señalan además otros factores que inciden negativamente, aunque en menor medida, en las exportaciones de aguacate: malas prácticas de manejo post-cosecha, en la logística de carga de la fruta, e insuficiencia de cadenas de frío.

Creo que en el caso del aguacate está claro que existe una falla de mercado que demanda la adopción de políticas públicas que permitan corregirla y crear así las condiciones para que podamos, en una década, alcanzar US$500 millones en exportaciones de aguacate. Es posible hacerlo. En el 2007, Perú exportó US$47 millones; el año pasado US$578 millones.

Un Pacto será necesario. El primer punto a resolver es la determinación de la producción real de aguacates del país y la proporción de cada una de las variedades, dado que el Hass es la variedad más comercializada internacionalmente. El segundo punto debería ser la identificación de las fallas de calidad existentes en la producción de aguacates y la adopción de políticas de asistencia técnica que permitan eliminarlas en el menor tiempo posible.

En tercer lugar, el Estado debe salir a buscar, aún fuese debajo de las piedras, empresas internacionales mexicanas, peruanas y chilenas, entre otras, para que inviertan en el país en la producción y comercialización del aguacate, mientras respalda a los productores nacionales exitosos en sus iniciativas para que el “oro verde” sea uno de los pilares fundamentales en la reforestación de nuestro territorio, incluyendo las geografías elevadas en el cinturón fronterizo, muchas de las cuales podrían resultar apropiadas para la variedad Hass. Las tierras agrícolas propiedad del Estado dominicano que pudiesen reunir las condiciones para el cultivo de esta fruta, deberían ser concesionadas a los grandes productores nacionales e internacionales que presenten proyectos para la producción y exportaciones de aguacates.

Necesitamos la incursión de productores grandes que inviertan en la producción de aguacates y comercializadoras con ‘know how’ que puedan proveer asistencia técnica a los pequeños y medianos productores, a fin de que el aguacate que producen pueda ingresar en el carril de las exportaciones. Solo así podríamos enrolar al país en el concierto de naciones que han descubierto los enormes beneficios que puede proveer el “oro verde”.

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