El presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, se ha quejado en varias ocasiones, de forma responsable, por la inasistencia de diputados a las sesiones de ese organismo legislativo y otras desidias.
Además, desde hace tiempo la sociedad civil ha criticado la gran cantidad de legisladores que tiene República Dominicana, el único país de la región con dos cámaras legislativas.
Los líderes políticos, junto a verdaderos representantes de la sociedad civil, deben hacer un pacto para revisar y modificar la composición de nuestros órganos legislativos, en un futuro no muy lejano.
No es posible para República Dominicana, un país con necesidades ancestrales, mantener un costo tan alto en un sistema legislativo.
Tenemos 190 diputados y cada uno recibe cada mes un salario de RD$175,000, RD$87,000 extra a su sueldo, RD$35,000 para gastos de representación, RD$20,000 de combustible y alrededor de RD$300,000 por el llamado cofrecito.
Eso quiere decir que “invertimos” cada mes alrededor de RD$617,000 en cada uno de los diputados, así como RD$117.2 millones mensuales y RD$1,406.4 millones anuales en todos los legisladores de la Cámara Baja.
En esa sumatoria no están incluidos los RD$3,500 que reciben por asistir a las sesiones y RD$2,000 por acudir a las reuniones de sus comisiones.
Además, cada uno recibe dos exoneraciones de vehículos por período legislativo, con un tope de hasta US$100,000. Suelen tener oficinas en el Congreso Nacional y en su territorio, pagadas con nuestros impuestos, y otros privilegios por ser ciudadanos “extraordinarios” y “capacitados”, como la asignación de seguridad, chofer y pago de celulares.
Organismos financieros, entre ellos el Fondo Monetario Internacional (FMI), han recomendado con frecuencia, a países como República Dominicana, la realización de reformas para aumentar los ingresos estatales y controlar el gasto público.
La reducción de la “inversión” en la Cámara de Diputados sería un buen camino para tomar las sugerencias de los organismos internacionales financieros.
El autor es periodista, con 28 años de experiencia.