Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
que, alto en el alba de una plaza desierta,
rige un corcel de bronce por el tiempo,
ni los otros que miran desde el mármol…
(…)
Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
ese límpido fuego misterioso.
Uno de los aspectos centrales de la vida del ser humano está asociado a pertenecer a una comunidad que lo enlaza a una lengua, una historia, símbolos, paisajes, música, literatura, comidas, bebidas… y en su más profunda expresión, una especial percepción-sentimiento colectiva.
Usted puede estar en un lugar muy distante de la República Dominicana, digamos en un país escandinavo; pero si allá al entrar a un salón desocupado con una mesa en su centro observa un plato con arroz, habichuelas y carne, esa sola imagen ya lo identifica; si al sentarse a comer escucha ritmos llamados merengue o bachata en cualquiera de los reconocidos intérpretes nacionales, lo hará encontrarse con algo también suyo. Si luego oye la expresión “cómo está la vaina”, es posible que ya sienta que ese salón no está en Escandinavia, sino que está en “un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol…”.
Los versos de Jorge Luis Borges los cuales inician este artículo es una forma muy precisa de definir la patria; superior a estudios sociológicos o históricos-económicos o hasta antropológicos. Es el extraordinario poder de expresión de la literatura y de la poesía en particular sin lo cual el mundo estaría incompleto.
La identidad nacional-cultural si bien es específica, es además manifestación de esa rica diversidad con la cual se expresa el ser humano.
Patria no es el jinete que rige un corcel de bronce por el tiempo… Ni los otros que lo miran desde el mármol…
A la patria se asocia como se deduce un profundo sentimiento-percepción que junto al espacio natural con sus climas, foresta, fauna, así como las distintas transformaciones que introduce el ser humano tanto las sofisticadas como las populares definen un entorno que si bien es variable en su discurrir, conserva- al mismo tiempo- desde lo imaginario hasta lo real una esencia que se redimensiona con las ideas-representaciones y actitudes-comportamientos consideradas.
La patria es un complejo, pero real bien colectivo, que estamos obligados a proteger como forma de proyectar en el tiempo esa esencia que trasciende más allá de las generaciones.
“Nadie es la patria, pero todos lo somos. Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso”.