¿Sabía usted que el Viagra podría ayudar a aliviar el dolor menstrual? ¡Así mismo! Las investigaciones sobre el citrato de sildenafilo, nombre genérico del fármaco, se iniciaron porque en los años ‘90 se pensaba que podría servir para aliviar problemas cardiovasculares, pero eventualmente se descubrió que esta pastillita mágica tenía otros efectos en los hombres. Veintitrés años después, en el 2013, otros estudios demostraron que podía aliviar el dolor menstrual en las mujeres durante más de cuatro horas.
El equipo científico ha querido continuar las pesquisas, pero la aplicación ha sido rechazada varias veces. Los hombres que otorgan el permiso para la investigación dicen que aliviar el dolor menstrual “no representa una prioridad de salud pública”, a pesar de que este malestar afecta en algún momento a la mitad de la población. ¿Por qué las erecciones de los hombres son consideradas prioridad de salud pública, mientras que los dolores menstruales, a veces inaguantables, de las mujeres constituyen algo superfluo?
Ese y muchos datos similares forman parte del recién publicado libro Invisible Women (Mujeres Invisibles), de la activista e investigadora británica Caroline Criado-Pérez. El volumen documenta la discriminación sistémica, estructural y transversal de las mujeres dentro de la investigación, el desarrollo de tecnologías, la medicina, la planificación urbana… en fin, en diversas esferas de la sociedad.
Los ocho de marzo, en muchos países se habla de huelgas y marchas multitudinarias. Ayer una cadena noticiosa anunciaba “empezó la semana feminista,” casi como si fuera una amenaza o un especial de supermercado. En la clase política, nadie que se respete o sueñe con un futuro electoral viable, deja que pase el día sin esbozar algunas alabanzas a la mujer. ¡Como mínimo tres párrafos! Hace más de 100 años que empezamos a conmemorar a la mujer durante “su día internacional” y todavía hay que recordarles a los grupos de poder que la mujer no es ni apéndice ni derivados del hombre.
En las calles, las mujeres conductoras son menos proclives a sufrir accidentes, pero son más susceptibles a resultar heridas de gravedad cuando los tienen, ya que los cinturones de seguridad y los asientos de los carros, son diseñados por las industrias automovilísticas utilizando muñecos con la contextura de un hombre promedio. Los efectos del polvo en las minas han sido estudiados hasta el cansancio, porque los mineros son en su mayoría hombres. Pero ¿y los efectos de los productos en los salones de belleza? ¿Quién se preocupa por investigar los efectos nocivos de sustancias químicas en las saloneras? ¿O en las conserjes que se pasan el día trapeando y bregando con detergentes?
Los chalecos antibalas son diseñados sin tomar en cuenta el espacio que ocupan los senos de las mujeres y más que incomodidad, esto podría representar un peligro. Las mascarillas protectoras en los laboratorios y talleres son diseñadas en base a la estructura ósea de los hombres. Cuando hablamos sobre temas delicadísimos como la investigación científica en la medicina, la invisibilizacion de las mujeres produce consecuencias fatales tan peligrosas, y de alcance tan avasallante, que dan escalofríos.
En el 2019 todavía vivimos bajo la expectativa de que las mujeres y niñas debemos ajustarnos a una sociedad que no fue construida ni por nosotras ni para nosotras. En este Día Internacional de la Mujer, más que publicar comunicados bonitos en las instituciones públicas y privadas, más que eslóganes e indignaciones predecibles, sería bueno reflexionar colectivamente sobre la brecha estructural que, cuan si fuésemos fantasmas, “desaparece” a la mujer del funcionamiento de nuestras sociedades. Según el censo, somos la mitad de la población…
¿Seguir invisibilizándonos? No: basta.