En el año 1999 entrevisté a un atleta nacido en Estados Unidos que me expresaba su amor por nuestro país, y su deseo de siempre representarnos en competencias internacionales, por ser la tierra de sus padres, pero sobre todo de su abuela con quien creció.

Él nos decía que ella le enseñó a comer mangú, a bailar merengue y a amar esta tierra como suya, a pesar de que nunca había vivido en ella.

Su español no era muy perfecto, y no faltaron los nacionalistas, incluido un prominente dirigente olímpico, que criticó aquella entrevista por el acento con que ese atleta hablaba.

Sin embargo, cuando ganó su primera medalla en juegos olímpicos, fue de los primeros en felicitarlo y tomarse fotos con él en el mismo escenario.

Ese atleta se llama Félix Sánchez, dos veces medallista olímpico de oro, con un español mejorado, y orgullo de todos los dominicanos.

Hoy es común ver que jóvenes nacidos en el extranjero, con alguna vinculación a nuestro país, se hacen deportistas nacionales dominicanos, y más común aún, ver como lo recibimos y aplaudimos, sobre todo cuando son exitosos.

No somos los únicos en pensar así. Recientemente vimos que el equipo de extranjeros en el Juego de Estrellas de NBA incluyó a uno presentado como Dominican-American, al referirse a Karl Towns Cruz, miembro del equipo nacional dominicano.

Quiere decir que los norteamericanos también celebran su éxito, y con sus razones se dan crédito, algo que ya habíamos visto con Alex Rodríguez, quien llegó a ponerse el uniforme de las selecciones de USA y RD en diferentes versiones del “Clásico Mundial de Béisbol”.

Hace unos días conocí a Lucas Morillo, quien participó como dominicano en el “Campamento de Baloncesto Sin Fronteras” que produce la NBA, junto a las federaciones nacionales, con jóvenes que tienen potencial de ser miembros de la liga.

Allí Morillo fue seleccionado en el equipo “todos estrellas”.

Me llamó la atención que nacido en USA, de padre dominicano y madre puertorriqueña, seleccionó nuestro país para su nacionalidad deportiva.

Él me confesó que se debió a las influencias de su padre, y yo le agrego, además por el gran orgullo que produce ser dominicano.

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