Desde que la humanidad sufrió los embates de la pandemia provocada por el covid 19, a principios del año 2020, aplica el dicho de que las desgracias nunca vienen solas.
Es cierto que siempre se aconseja desechar los recuerdos negativos, tristes o que generen angustia, pero no es menos cierto que se debe aprender y jamás olvidar lo vivido, ni los errores cometidos, pues es la única manera de no volver a repetirlos. El mundo entero cambió. Todas las personas, sin distinción de edad, raza, género, credo o clase social, debieron realizar cambios en sus hábitos de vida.
El encierro forzado, el nuevo y retador sistema de educación a distancia, el cierre de los centros de diversión, los gimnasios, las universidades y el sombrío panorama de unas calles desiertas y de centros de salud abarrotados, con colas interminables de ambulancias frente a las puertas de los hospitales, esperando su turno para dejar los pacientes que muchas veces no llegaban a salir de las ambulancias con vida.
La carga emocional generada por la crisis sanitaria comenzó a reflejarse en la economía.
Retrasos en la cadena de suministro, debido entre otros factores a la falta de personal, provocó el desabastecimiento de productos esenciales. El alza de los precios fue imparable y ni todos los ontroles de precio que poseen países como Estados Unidos, pudo frenar la escalada alcista.
Un año completo, el mundo vivió en una nueva realidad y cuando de a poco fue regresando a la normalidad, se encontró con una crisis económica que no parece tener solución al menos en lo inmediato.
Y es que el respiro de la pandemia, fue interrumpido por la invasión rusa a Ucrania.
Este conflicto, guerra o intervención militar, es la responsable del derrumbe económico mundial.
Al parecer y aunque no les guste a los gobernantes, todo indica que el mundo está a las puertas de una recesión.
Así que, solo por precaución es importante pensar antes de usar el dinero, el ganado cada mes, el ahorrado y sobre todo las tarjetas de crédito.
Es importante aprender a gastar e invertir. Sólo por precaución, es necesario ordenar prioridades, gastar en lo esencial y dejar de una vez por todas el mal hábito de gastar más de lo que se gana.