Todos, hasta el más valiente de los seres humanos, en algún momento de su vida, ha sentido miedo y no estamos hablando de algo simple. Aunque sea una vez, alguien, por más fuerte que se proyecte, ha quedado paralizado y se ha sentido incapaz de actuar o pensar con claridad por temor a lo que pueda pasar o por las consecuencias de sus acciones.

Las razones para temer, son tan múltiples, que la humanidad se ha visto en la triste necesidad de convivir con el miedo y sus devastadores efectos.

Las personas, o una gran parte de ellas, le temen a la soledad y esa es la causa de tantas relaciones infuncionales y es también, como se desarrolla la peligrosa dependencia de los unos por los otros.
Otro de los grandes miedos del ser humano es la falta de recursos para sostenerse y sostener a sus dependientes. Eso es completamente lógico, no se presta a discusión.

Donde se traspasa el límite, es en el momento en que ese temor se convierte en la causa de la pérdida de la humildad, la fe y la honestidad y por querer asegurar el futuro, se cometan actos reñidos con la ley.

El miedo a envejecer, se ha ido convirtiendo en el camino más directo al ridículo, sin dejar de mencionar la búsqueda desesperada de los últimos avances quirúrgicos para detener los efectos del paso del tiempo. Cada vez más personas se niegan a abandonar aquellas cosas propias de la juventud, cuando llega el momento de hacerlo, en vez de aceptarlo, prefieren quedarse estancados en una etapa, que ya debieron dejar atrás.

Sin darse cuenta, con estas acciones, se niegan la oportunidad de avanzar y descubrir lo que les espera más adelante. Con su actitud, parecen no haber aprendido nada de los errores, por lo que, en su momento, no sabrán como aprovechar la experiencia del ayer para mejorar el mañana.

Todo esto no quiere decir que no sea normal sentir miedo, lo sienten los padres cada vez que sus hijos salen a la calle, lo siente aquel que acude a una cita del trabajo que tanto a anhelado, el paciente al entrar a una sala de operaciones, el inversionista cuando invierte todo en un proyecto nuevo, el niño en su primer día de escuela y el ser humano cuando siente que sus días en la tierra están llegando a su fin.

El miedo es normal, lo que no lo es, es permitirle al temor dominar nuestra voluntad y anular las fuerzas para alcanzar aquello que hemos esperado toda la vida.

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