Al revisar un día cualquiera en tu vida cotidiana: ¿cuál fue tu primer pensamiento al despertarte? ¿Al abrir los ojos, viste tu teléfono en búsqueda de redes sociales? ¿Pusiste la tele? ¿Cuál fue tu búsqueda? ¿Interactuaste con tus hijos, cónyuge, madre o con quien vives para saber qué tal le amaneció el día?
Probablemente te des cuenta, que de lunes a lunes, has estado sumergido en búsqueda de información que te roba, no solamente la mayor parte de tus momentos libres, sino el espacio a disponer para tus seres queridos, evitando que no te des por enterado lo que está sucediendo con los que te rodean en ese entorno íntimo que se llama familia. Razón por la cual en estos momentos se viven grandes crisis dentro de los hogares.
El individuo se ha acostumbrado a alimentarse con el bombardeo permanente de afuera, independientemente de si lo que llega es verdadero o falso, ya que la mayoría no filtra lo que llega a su cerebro, ocasionando todo esto una serie de trastornos emocionales con repercusiones grandes a nivel orgánico. Cuidar la mente, las emociones, es elemental para poder tener un cuerpo que funcione de manera sana, especialmente en este tiempo, ya que si hay algo que se debilita con todos estos bombardeos tóxicos es tu sistema inmunológico.
Hoy, he notado que se ha cambiado en las despedidas términos como “Hasta luego”, “Me alegró verte”, “Dios te bendiga”, “Cuídate mucho”, dirigido solo a la transmisión de aquello que tiene al mundo de rodillas, pero a la misma vez descuidando la parte vital, claro está, respetando las normas de salud de las autoridades, y es el extremo cuidado como nunca de tu salud mental. No sé cuántas llamadas recibo diario de personas con inquietudes: “¿Qué hago?”, “No duermo”, “Me siento cada día peor por no saber qué hacer”, todo a causa del manejo de lo señalado.
La naturaleza de la respuesta psicosocial del dominicano promedio nos ayuda, como he señalado en escritos anteriores, en medio de todo esto. Ya que, si comparamos con otras sociedades, donde los problemas de salud mental se han desbordado tanto o más que la pandemia, todavía tenemos tiempo de evitar llegar a esto. Por tanto, en manos de las autoridades e instituciones sociales y religiosas, evitar a como de lugar el uso de argumentos que conlleven a grandes niveles de angustia y ansiedad, sin dejar fuera a lo que más influencia que son los medios de comunicación. Colaboremos todos a nuestra higiene mental.