Nací el 04 de marzo de 1935 en Bacuí, en la misma división entre el municipio de Moca y el de Salcedo, Provincia Hermanas Mirabal, pero por la cercanía de Salcedo, fijamos residencia en este inolvidable pueblo, bautizado como la “Villa de Los Almendros”, porque en su jurisdicción geográfica abunda este importante árbol de la naturaleza.
Mi niñez y mi adolescencia la viví en Salcedo, destacándome como uno de los mejores estudiantes de primaria, recibiendo el aprecio de todos por mi buen comportamiento y servicio. El 14 de abril de 1948 salió por primera vez el importante periódico El Caribe y con apenas 13 años fui su primer pregonero y canillita de lo que nunca me he avergonzado y cuando este valioso medio de comunicación cumplió sus 60 años de fundado su director, Manuel Quiroz, me contactó y me hizo una entrevista con una amplia fotografía de mi persona que conservo en mi hogar y en la entrada de mi oficina como Rector de la Universidad UTE, que al ser leída por sus estudiantes, le dicen a mi secretaria: ¿y es cierto que nuestro rector distribuyó periódicos en su pueblo natal?, a lo que le responde, y a orgullo lo tiene, y lo manifiesta en todas las ocasiones que fuere necesario. Ilusionado por una santa monja de las Hermanas del Cardenal Sancha, Sor Amalia Devers, en 1949 ingresé al entonces Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino, donde inicié estudios eclesiásticos como aspirante a sacerdote, pero como dice el Señor: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”, a los 4 años tomé la determinación de abandonar el seminario, a la sazón dirigido por sabios y santos sacerdotes de la Compañía de Jesús, encabezados por el excelente sacerdote español Luis Gonzáles Posada, quien realizó una extraordinaria labor sacerdotal, tanto en la capital como en la Zona Fronteriza, consiguiendo con Trujillo el levantamiento de iglesias, colegios y viviendas para los hijos de la frontera con Haití, donde como decía mi inolvidable amigo, periodista, poeta y general Bolívar Belliard Sarubi (EPD), “Allí comienza y termina la patria”.
En el seminario inicié una estrecha hermandad con el actual Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, a quien visito periódicamente en su residencia y quien siempre me recibe con el mismo cariño que cultivamos en el seminario, a cuyo centro educativo debo mi formación intelectual y mi comportamiento profesional, ético y moral.
En Salcedo ingresé al Magisterio Nacional, como maestro de alfabetización de Adultos; Maestro Secretario de la Escuela Primaria, y al titularme como Bachiller, fui nombrado profesor del Liceo Secundario; donde me tocó enseñar “Nociones de Latín”, asignatura que se enseñaba en el cuarto de sociales, así como la asignatura Religión y Moral Católicas, a la que estaban exonerados los estudiantes no católicos, pero ellos preferían asistir a mis clases porque manifestaban que yo era un libre pensador y no abrigaba prejuicios entre los cristianos no católicos. En este liceo tuve la oportunidad de ser profesor del extraordinario médico neurocirujano José Joaquín Puello, con quien mantengo amistad y quien me profesa respeto y cariño cuando nos vemos.
Tuve la oportunidad de estudiar Educación en la prestigiosa Universidad Estatal de Pennsylvania, de Estados Unidos, cuyos estudios me fueron validados por la UNPHU; obteniendo el título de Licenciado en Educación (Cum Laude); obtuve en nuestra UASD el título de Doctor en Derecho y luego me hice Abogado en los Tribunales de la República, mediante el ejercicio de esta profesión.
Recorrí todo el escalafón magisterial hasta llegar a ser el titular de Educación, iniciando el valioso Plan Decenal de Educación, con el que, a mi humilde entender y a juicio de los maestros del país, se inició la “verdadera Revolución Educativa” que actualmente preconiza el actual gobierno.
En 1989 fundé la prestigiosa Universidad UTE, que permanentemente se preocupa por la excelente calidad educativa.
Tengo dos hijas: María de Jesús e Iris Mercedes, seis nietos: Jorge Nicolás, Inés María, María Nicole, Eric de Jesús, Erika María y Bianka María, así como tres bisnietos: María del Mar, Nicolás Enrique y María Paula.
Mis padres fueron Ramón Almánzar y Juana Rafaela García, ya fallecidos. Todavía repercuten en mi mente sus valiosos consejos de que “los mayores se respetan y que el dinero ajeno no se toca, porque con ello se mancha el honor de la familia”, lo que mis hermanas y hermanos hemos cumplido cabalmente.
Mi padre biológico murió a los 49 años, pero al llegar a Jarabacoa encontré a don Gustavo y a doña Milin, padres de mi esposa Esperanza, quienes en parte llenaron la falta de mis padres ya fallecidos. De mis ocho hermanos ya fallecieron Alejandro (Papi), Nilda, Milagros y Bienvenido. Aún vivimos Marino, Coronel ® de la Fuerza Aérea; Ramón, quien vive en Tampa, Florida, considerado como uno de los más valiosos CPA del país, así como nuestras mellizas, Olga y Mireya, ambas viudas. El ejemplo de honestidad, trabajo y buen comportamiento que heredamos de nuestros padres me lo llevaré a la tumba cuando el Señor así lo disponga, para lo cual estoy preparado moral y espiritualmente.