Hace unas semanas fui invitado al programa “El Sol de la Mañana” que dirigen un excelente grupo de amigos y entre ellos Maria Elena Núñez que se ha distinguido siempre por sus juicios ponderados, por sus valores.
Había escrito varios artículos con el título “Me preocupa mi país”, y ella me preguntaba si me preocupaba aún. Hoy con dolor debo responderle que más que nunca.
A José Luis Taveras lo conozco muy poco, apenas nos hemos visto una vez que amablemente me saludo en un restaurant. Soy un asiduo lector de sus artículos sin que ello signifique que estoy siempre de acuerdo con él, como nos pasa a todos los que nos atrevemos a decir lo que pensamos. Unos están de acuerdo, otros no. Decía en uno de sus artículos que en estos momentos era difícil opinar porque sin importar lo que se diga se pretende etiquetar al que escribe o habla.
Lo importante es hacerlo desde una convicción profunda de que se escribe para aportar algo a cambio de nada. Más aun lo que puede suceder es que sin ser la intención, en ciertas oportunidades cuando se traten temas álgidos alguien se sienta molesto, les aseguro que en muy raras oportunidades esa es mi intención y está definitivamente no lo es.
Cuando oía la homilía no hace muchos días que pronunciaba el sacerdote en conmemoración de nuestra patrona La Virgen de las Mercedes, en mi mente se quedaron estas palabras “de nuestro país surgió el catolicismo de las Américas, debemos mirar en esta sociedad que es que lo que nos falta, una juventud orientada, una justicia más orientada, buscar que puedan mejorar los más pequeños. Buscar un nuevo sentido que evite enfrentamientos y un nuevo sentido a nuestra vida de nación”.
Pero parece que hacemos todo lo contrario. Unas primarias que sin entrar en analizar las mismas nos recuerdan épocas que entendíamos pasadas. Que el 1994 quedo atrás, que la madurez política de la nación no permitiría que las naturales diferencias terminaran en insultos, en desconfianza.
En el prólogo del libro “Nuestros mejores Ángeles” que hace el Presidente Carter, decía que no son necesarios los desastres para ofrecernos como instrumento de cambio. Que el mundo en que vivimos hoy, estamos atrapados en una tormenta de rencor de nunca acabar, divisiones y frustraciones.
Dice Jimmy Carter, “cuanto podríamos lograr si fuéramos capaces de ver el mundo luego de un desastre, vecinos en necesidades, personas con recursos y juntáramos todo esto”.
Más que de un desastre natural parecería estuviera refiriéndose a lo vivimos hoy, rencores donde hubo amistad, división donde existió compañerismo.
Más que unas primarias, parecería hemos repetido la revolución de 1965 sin intervención. Los últimos años hemos sido ejemplo de desarrollo, hemos sido la envidia de nuestros vecinos.
Hemos sabido aprovechar el crecimiento de la economía mundial para nuestro beneficio, pero olvidamos que todo tiene un ciclo y si nos encuentra el ciclo negativo en medio de divisiones y rencores será mucho más traumático poder superar esa etapa con los menores daños posibles.
No importa quien gane las elecciones de mayo, tendrá que enfrentar un mapa geopolítico complicado, una reforma fiscal que será mayor o menor en la medida que sepamos ser más austeros, un narcotráfico en auge. Una imagen del país que quieren deteriorar y nosotros con nuestras diferencias los ayudamos.
En estos días cuando veía con mi esposa una serie llamada VIS a VIS sobre mujeres en una cárcel, la peor de las presas, trato de sobornar al jefe de policía y cuando este no acepto lo recrimino diciéndole “en vez de interrogarme serias rico y disfrutarías de República Dominicana. Más adelante cuando la presa escapa su lugar de destino en la serie es Punta Cana. ¿Es eso lo que pretendemos?
Estamos llegando a un punto que nadie confía en nadie, que todos recelamos de todos, hasta llegar al extremo de pretender quitar la sagrada Biblia de nuestro escudo cuando es el símbolo de nuestra fe y nuestras creencias.
En la política debíamos hacer como en la pelota, defendemos durante la temporada nuestro equipo con pasión, pero cuando vamos a la Serie del Caribe apoyamos como dominicanos al ganador.
Apreciada Maria Elena mis preocupaciones las termino con unas frases de San Francisco de Asís “Toda la oscuridad del mundo no puede apagar la luz de una sola vela” y “Comienza haciendo lo necesario; luego haz lo posible y de repente estarás haciendo lo imposible”.