El proceso de formación del abogado y el posterior ejercicio de la profesión son dos caras de una misma moneda. Luego, al graduarse el nuevo abogado, según sus inclinaciones puede elegir, esencialmente, ser un “teórico” o un “práctico” de la profesión, pero entender que ambas se complementan, aunque cada una tenga sus herramientas indispensables. En el ámbito académico, los manuales de derecho ocupan un lugar privilegiado; mientras que, en el ejercicio profesional, los códigos anotados son ayuda fundamental en la labor diaria del abogado, juez o fiscal.
Los Manuales de Derecho proporcionan una visión esquemática y rigurosa al estudiante, lo adentran en los principios básicos de cada área del derecho. Plantean, preferiblemente de manera clara y organizada, el contexto normativo histórico, la justificación filosófica y la evolución de las normas jurídicas estudiadas.
Los manuales, además, procuran desarrollar el pensamiento crítico del estudiante, cuestionan la aplicación de las normas y lo preparan para los desafíos del posterior ejercicio de la profesión.
Para el abogado graduado y con estos elementos obtenidos en los manuales, los códigos anotados pasan a ser la herramienta clave para el ejercicio de la profesión. Es decir, códigos anotados y manuales intercambian su lugar: el manual es ideal para el aula, el código anotado para el tribunal.
La importancia de los códigos anotados radica en que integran jurisprudencia y doctrina relevante sobre las reglas jurídicas comentadas, y facilitan la toma de postura del litigante o del juzgador. Es decir, no solo contienen la letra de la ley, sino la interpretación hecha por los tribunales, que proporciona referencias necesarias para fortalecer la argumentación en el ejercicio de la defensa o de la acusación y, obviamente, la posterior decisión del tribunal.
Como vemos, estas herramientas no son excluyentes entre sí, más bien se complementan, pero cambian de lugar según sea la academia o el foro. En mi ejercicio profesional en los tribunales penales siempre tuve a la mano dos códigos procesales penales anotados: el “Código Procesal Penal, anotado”, de Ygnacio P. Camacho Hidalgo, y el “Procedimiento Penal, apuntado”, de Francisco Ortega Polanco.
Estos códigos anotados reúnen informaciones transversales sobre cada norma que comentan: jurisprudencia ordinaria, constitucional, comparada y convencional, doctrina relevante, comentarios de los autores y referencias normativas constantes de nuestro ordenamiento jurídico.
Recientemente he adquirido otro código anotado: El “Código Procesal Penal en clave constitucional”, de la profesora María del Pilar Zuleta Gómez, y según noto lo completo y actualizado, se está ganando un lugar, a mi humilde criterio, como tercer texto necesario para el ejercicio penal.