Desde que asumió la presidencia Hugo Chávez, un vuelco hacia la izquierda ha llevado a un país rico a uno de las crisis económicas más impresionantes. Chávez fue tan golpista como cualquiera de derecha, con un discurso imperialista base no en el petróleo del régimen, sino del petróleo del pueblo venezolano, usado como forma de crear un bloque socialista, fruto del agradecimiento de las economías latinoamericanas que se beneficiaron de precios bajos y financiamientos largos a muy bajas tasas de interés.
Cuando un socialista asesina, incauta bienes, viola las leyes, es común que su argumento sea que es a favor de la revolución y de las clases más desposeídas. Cuando una dictadura de derecha hace lo mismo, es condenada por violar los derechos más fundamentales de la población.
Ambos casos no tienen justificación. Violar la ley, encarcelar injustamente, enviar tropas contra los que protestan, amordazar la prensa; ambos regímenes atentan contra la democracia y la libre determinación de los ciudadanos.
Venezuela, gracias a su petróleo logra, a pesar de todas las violaciones posibles, agenciarse el apoyo de varios gobiernos latinoamericanos y gracias a la coincidencia en estos años de que muchos de nuestros países han tenido gobiernos de tendencia izquierdista, lograron generar un movimiento de apoyo, que sin importar las violaciones a la constitución, las leyes y los derechos humanos, parecía que tenían carta blanca para hacer todos los desmanes que llevaron la economía a una crisis que tomará muchos años para salir de ella.
El apoyo de Cuba, China y Rusia, que veían todo el proceso con mucha simpatía, llevó a este país a querer liderar un nuevo socialismo cerrando miles de negocios, perdiendo el empleo una parte importante de la población y consumidos en una espiral inflacionaria que llevó a la quiebra y obligó que miles de sus ciudadanos emigraran hacia otros países huyendo del hambre, falta de medicinas, alimentos y todo lo básico para poder vivir.
Imitaron el modelo cubano, pero ningún venezolano se le ocurrió volar a Cuba y mientras la población empobrecía, eran obvios los casos de afectos al régimen que amasaban las más asquerosas fortunas. El caso del guardaespaldas de Chávez, ascendido a tesorero, preso por lavado de activos y la hija de este que justificó su fortuna, la cual guarda en paraísos fiscales, gracias a la venta de productos de belleza.
El narcotráfico ha encontrado un terreno fértil, familiares muy cercanos a Maduro han sido condenados en los Estados Unidos por traficar con drogas y recordemos que los mismos fueron detenidos en nuestro país y Haití.
Maduro, que más que un gobernante se ha convertido en el hazmerreír del mundo. Sin el talento de Chávez, ha tratado en extensos discursos emular al fallecido dictador con la única suerte de entretenernos con sus sandeces.
Cuando la oposición ganó las elecciones a la Asamblea Nacional, el régimen creó un organismo paralelo y todos debemos recordar que sin ton ni son cambió la fecha de las elecciones de gobernadores por el temor de perderlas también.
En unas elecciones presidenciales, que una parte importante de la población decidió rechazar, Maduro salió vencedor, como era de esperarse, con un escaso apoyo popular.
Al tomar posesión un grupo importante de naciones que conforman la OEA no reconoció el nuevo gobierno, su mayor apoyo viene de dictaduras y de regímenes de izquierda. Maduro no tardó en decir que se intentaba promover un golpe de estado para el cual la llamada revolución bolivariana estaba preparada para rechazar.
La oposición, con este enorme apoyo internacional, tampoco reconoció la presidencia de Nicolás Maduro al declararlo usurpador y que la presidencia debe recaer en la Asamblea Nacional, que es el único poder que no controla el madurismo y que es fruto de unas verdaderas elecciones.
El jefe de este cuerpo, Juan Guaidó, lideró este viernes un cabildo abierto, pero reconoció que un decreto no desalojaría a Maduro del poder, por lo que pidió una gran cruzada donde el pueblo, los militares y la comunidad internacional logren una transición hacia una democracia y la reconstrucción de la encomia del país.
Algunos de nuestros políticos, demostrando una enorme incoherencia, protestaban frente a la injerencia de la OEA, fueron algunos de los que declararon nuestras elecciones del 2016 fraudulentas y fueron a buscar apoyo al mismo organismo al que hoy le restan calidad.
El régimen en un intento desesperado arrestó por poco tiempo a Juan Guaidó, desautorizó la acción del Servicio Bolivariano de Inteligencia, (SEBIN), entendiendo que la reacción internacional sería muy fuerte, diciendo que sancionarían a los militares actuante. Otra payasada de Maduro, ya que horas antes la ministra de Servicios Penitenciarios de Venezuela, Iris Varela, dijo que acomodó una celda para encarcelar a Guaidó.
El pueblo de Venezuela debe aprovechar la convocatoria del 23 de enero, fecha en que fue derrocado el dictador Pérez Jiménez para todos juntos y con el apoyo de una comunidad internacional que aísla cada vez más a la dictadura, reconocer una presidencia interina en la Asamblea Nacional y, desterrado Maduro y su pandilla, convocar a unas elecciones donde realmente se elijan autoridades dispuestas a cambiar el rumbo del país antes de que sea tarde y más sangre corra por las calles de la hermana nación..