No hay que sorprenderse mucho de que “tigueraje” y delincuencia, en cualquiera de sus modalidades, se estén expresando en la actividad política, pues su irrupción y cohabitación no es nueva; e incluso, no deja a ninguna organización política ilesa o sin que, uno que otro, miembro de de ese submundo, no haya llegado a los partidos, y de ahí; a los poderes públicos. Esa, es una dolorosa e innegable realidad casi en toda Latinoamérica.
Lo traemos al tapete, porque a raíz del traspaso de autoridades municipales, dos actos, de lumperismo político y ostentación de poder, han copado las redes sociales y algunos medios, a saber: el de dos funcionarios, perremeístas, que se ufanan de haber logrado asignarse una yipeta de otro político -ya desplazado- y asociar eso con poder. El otro acto, de exhibicionismo de poder; o peor, de delincuencia política es más grave aún, si escuchamos varios audios escalofriantes -dignos de la “cosa nostras”-, entre ellos, este fragmento: “…ni en sueño… [se oye decir –nos ahorráremos los nombres-] le puede pasar por su celebro; que dejen los compañeros afuera para que ustedes vean como se lamben a otro síndico…..”, refiriéndose al alcalde de Santo Domingo Este. No obstante, y es preocupante, que, mientras el primer acto ya fue, según el PRM, a juicio disciplinario; del segundo acto, que encierra amenaza o posible atentado a la vida de un ciudadano, no se ha oído ni jí del PRM ni de ninguna autoridad.
Ya lo dijimos, el fenómeno –infiltración- de la delincuencia, organizada o no, en la actividad política y los poderes públicos no es nuevo –aunque hay organizaciones políticas con más filtros que otras para mantenerlo a raya-, y podría alegarse -como se alega-, que, como en toda sociedad en desarrollo, a la vez que se avanza en término de riqueza y crecimiento; también se van creando subgrupos o capas de elementos sociales, marginados, que ven en la trilogía delincuencia, política y poder una mancuerna perfecta, precisamente, porque no siempre desarrollo y crecimiento económico son sinónimo de distribución justa o equitativa de riqueza y desarrollo integral.
Finalmente, por ahí vienen, por más fábulas que se invente la oposición, elecciones congresuales y presidenciales, y las opciones -dos- están clarísimas: a) optamos por mas exhibición u extensión-geográfica de delincuencia política en los poderes públicos, desacato sociopolítico-partidario, y con ello, la posibilidad de llegar a un Estado fallido; o b) optamos por el que ha demostrado liderazgo y gerencia efectiva que significaría poner fin a un ciclo político-generacional, y nos enrumbamos, como país-sociedad, por otra forma nueva de hacer política y ejercer los poderes públicos siguiendo realizaciones y crecimiento socioeconómico sostenible.