Una de las preguntas que se formulan muchas personas es si los grandes millonarios del mundo son realmente felices en la vida y tienen estabilidad en sus familias y en sus matrimonios. Este pasado fin de semana estuve viendo una serie donde se analiza la vida de tres de los más grandes multimillonarios de Estados Unidos y pude constatar que ellos tienen mucho dinero en sus cuentas bancarias, pero sus vidas han sido un verdadero caos.
Los tres megamillonarios estadounidenses a los que me refiero son Bill Gates, fundador de Microsoft, Elon Musk, fundador de Pay Pal y Tesla, y Jeff Bezos, fundador de Amazon. Los tres son especialistas en tecnología y lograron crear empresas que, basadas en el desarrollo de la internet y del impulso extraordinario de la data, se convirtieron en las de mayor rentabilidad en los últimos tiempos. La fortuna combinada de esos tres ricos es inmensa, hasta el punto que podría ser parte de la solución a los problemas de la miseria mundial. Ahora bien, si partimos del hecho de que el dinero de por sí no es una real garantía de felicidad en la vida, ellos tres son solo ricos en dinero, pero al ver su historial familiar se confirma que son muy pobres en una verdadera felicidad y una vida familiar plena.
Veamos algunos aspectos de sus vidas. Bill Gates, fundador de Microsoft, en la actualidad tiene fortuna de más de 109 mil millones de dólares. Estuvo casado por 27 años con Melinda French, junto a quien desarrolló todos sus proyectos exitosos, entre ellos tres hijos. Pero, Bill Gates no pudo mantener su matrimonio firme y feliz, y el pasado 3 de mayo del 2021 se divorció de Melinda, desbaratando de esa manera lo que debe ser el principal proyecto de la vida de cualquier hombre, que es su matrimonio y su hogar.
El caso de Elon Musk es mucho peor y da mucha pena. Es hoy uno de los hombres más ricos de la tierra, con una fortuna que sobrepasa los 270 mil millones de dólares, pero su vida personal es un caos lleno de infelicidad y de saltos inexplicables. Ha tenido cuatro esposas que entran y salen en su vida como un video juego. La primera fue Justine Wilson, que conoció en la Universidad de Queen en Canada. Se casó con ella en el 2002, perdieron su primer hijo a la diez semanas de nacido, luego tuvieron un par de gemelos y más adelante trillizos. Pero se divorciaron en el 2008. Luego se casó dos veces y se divorció también dos veces de la actriz británica Talulah Riley. Luego se casó dos veces y también se divorció dos veces de la cantante canadiense Grimes, con la que procreó su sexto y séptimo hijo. La vida sentimental y familiar de Elon Musk es un verdadero desastre, y su gran fortuna solo ha servido para hacerlo cada vez más díscolo e infeliz en la vida, pues ni tiene familia, ni tiene matrimonio, ni tiene hogar.
El tercero de los megamillonarios estadounidenses es Jeff Bezos, el fundador de Amazon, cuya fortuna supera los 160 mil millones de dólares. Al igual que Bill Gates, a pesar de todos los logros alcanzados y de todo el dinero acumulado, no pudo mantener el principal proyecto de vida de un hombre: Su matrimonio y su hogar. El 9 de enero del 2019 anunció el fracaso de su matrimonio con Mackenzie Besos, con quien había estado casado por 25 años y quien fue su compañera y soporte en el trabajo para lograr el éxito.
Como vemos, en la vida de estos tres multimillonarios falta esencia. Muy buen dice el refrán popular “el dinero no es la felicidad y una casa cara no es un hogar”. La felicidad son esos pequeños detalles de poder compartir con nuestras esposas, acariciar a nuestros hijos, estar pendientes de su crecimiento, no creer que los regalos materiales sustituyen el tiempo de calidad y no perder la emoción de estar con ellos y construir mejores recuerdos que inventar un software o un viaje al espacio. Construir un hogar no es tener una casa que cueste muchos millones de dólares o tener muchas mujeres para hacer el amor y disfrutar, sino que es tener un espacio donde se pueda construir día a día un matrimonio, soportar todo lo que eso implica, tener una familia plena y feliz donde cada día comience y termine con la bendición de Dios y una sonrisa de alegría, sin importar que no tengamos un cuenta bancaria millonaria. Esas son cosas que el dinero no puede comprar.