Cuando se habla de gestión municipal y se piensa en el trabajo que deben realizar los que ocupan posiciones en ella se tiende a limitar las funciones a pocos temas, siendo el principal casi siempre la recogida de basura.
Lo cierto es que la municipalidad consiste un verdadero Gobierno pequeño que gracias a legislación municipal que refuerza la descentralización y permite a los funcionarios tomar decisiones de trascendencia para sus representados.
Esto, sin embargo, no parece comprendido por muchos actuales alcaldes y regidores que siguen maquillando su labor con medidas puramente cosméticas y superficiales, olvidando otras responsabilidades de mayor relevancia e interés social.
Lamentablemente, como no se ha realizado una campaña para concienciar a los electores y darles a conocer la cantidad de funciones que otorgan las leyes a las autoridades municipales, la mayoría se conforma con lo poco que, en función de lo que exige la norma, muchos Ayuntamientos hacen.
Sin dudas hay lugares en los que se han creado lindos parques, se han decorado áreas públicas y hasta se ha logrado, excluyendo los barrios marginados, un sistema de recogida de basura aceptable. Sin embargo, en algunas zonas parece que se desconoce que entre las funciones municipales se encuentran la pavimentación de calles, la creación de un adecuado sistema de semáforos, el abastecimiento de agua potable, la construcción de estancias infantiles, la creación y reparación de aceras y contenes, el mantenimiento del drenaje pluvial, la construcción de canchas y otras áreas deportivas, la construcción de viviendas para damnificados por desastres naturales, la creación de refugios para animales callejeros, el mantenimiento de la seguridad ciudadana, la iluminación y rotulación de calles, entre otras atribuciones que de ser asumidas con la seriedad que amerita podrían resolver problemas básicos.
Muchos de estos temas han sido ignorados a pesar de que en la actualidad las autoridades municipales cuentan con mayor presupuesto y además, en algunos casos, menos territorio para administrar. Específicamente en el Distrito Nacional, al alcalde de hace tres periodos le correspondió administrar un territorio de mil setecientos kilómetros cuadrados con una población superior a los tres millones de habitantes, pero su último presupuesto apenas alcanzó mil cien millones de pesos, mientras que al actual le ha correspondido administrar una franja de noventa y cuatro kilómetros cuadrados en la zona con mayor desarrollo urbano y con un presupuesto que multiplica por cuatro esa cifra.
En esencia, numerosas deficiencias evidencia la actual gestión municipal. La buena noticia es que las próximas elecciones municipales llegan pronto.