De entrada, lo quiero reiterar: hay una polarización política-electoral PRM-PLD planteada, por múltiples razones -comparativas-perceptivas, entre otras- que, aunque no definitiva sí coyuntural más que otra razón porque el PLD marcó una inflexión -20 años en el poder-; y dígase que no, presenta varias ofertas presidenciables. En cambio, el PRM solo tiene, como potencial candidato, al actual mandatario. Fuera de ese escenario político-electoral, lo que prevalece es: a) una retahíla de “partidos” y líderes -casi todos gastados-repetidos-; y b) dos partidos, otrora símbolos mayoritarios en decadencia política-electoral y sin liderazgos de relevos.
Por ello, más allá de un outsider -que aún no asoma-, vemos improbable que una figura gastada y devaluada, casi de cierre-ocaso, política y electoral pueda concitar un escenario de tercera fuerza-balotaje de cara a 2024 (al margen PRM-PLD). Y más si el que se insinúa y promueve carga consigo una altísima tasa de rechazo. Renovar cualquier proyecto presidencial a partir de un liderazgo de cierre, es decir, que agotó su ciclo electoral, será cuesta arriba, pues, diferente a los tiempos de Balaguer, el país cambió y no creemos que volverá a mirarse en ese espejo socio-electoral.
Lo que sí es predecible, a menos que el PLD persista en su línea política actual -de no ver a la redonda, obviar-descuidar (¿?) al que lo drena y el modo avión de algunos de su cúpula-, es la confrontación de dos bloques políticos-electorales encabezados por el PRM y el PLD. De lo contrario: surgimiento de un outsider o repostulación del actual mandatario -a pesar de errores, orientación oligárquica e improvisación-; pero veo muy remoto una mirada exitosa o probable hacia una figura-pasado.
Ello así, porque los tres líderes, en vida, que encarnaron el relevo Balaguer-Bosch-Peña Gómez, ya, hoy, agotaron casi tres décadas de presencia y hegemonía política-electoral; y cualquiera de ellos que no lo entienda así, y trate de ir contra esa realidad política-histórica, se estrellará y hará, como pésimo boxeador, el ridículo. A ellos le queda, jugando su rol-gravitación, aupar liderazgos-relevos y contribuir para facilitar gobernanza y estabilidad democrática.
Lo de sus acólitos-seguidores y arribistas -“periodistas”-bocinas o “políticos de la secreta”- será vociferar por unos “vientos” que se disiparon en el desierto-descrédito; o peor, no saber que de los tres, uno -de creerse el libreto-oposicionista-, los orillará a un doble juego-engaño, pues llegado el momento y vista la realidad -que no prende-, volverá de nuevo al carril-alianza 2020; pues las razones de la polarización PRM-PLD, de concretarse, inevitablemente, lo retrotraería a su objetivo político-estratégico: ego-encono y no más al “viejo instrumento” como suelen llamar al otrora “aparato”-partido que lo hizo líder y figura. Y no lo contrario.