La pasada semana estuvimos compartiendo con la comunidad dominicana residente en la ciudad de Nueva York, a propósito de la 76va. Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la participación del presidente Luis Abinader en ese importante cónclave internacional.

Cuando se comparte con los dominicanos que residen en el exterior, y muy especialmente con los de Nueva York y zonas aledañas, se siente y se constata la gran importancia que tienen para la patria dominicana, no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde la óptica de vigencia y trascendencia de la dominicanidad. En el aspecto económico es muy evidente esa importancia debido a las remesas. Desde hace muchos años ese renglón es uno de los soportes fundamentales de la economía, pero en medio de la crisis del covid, los dominicanos del exterior y las remesas se convirtieron en un elemento fundamental para el funcionamiento y dinamización de nuestra economía.

De acuerdo a cifras ofrecidas por el Banco Central, el flujo de remesas en el difícil año 2020 fue de más de 8,200 millones de dólares. En los primeros 8 meses del 2021 ya alcanza la cifra de 7,031 millones de dólares, es decir, unos 405 mil 717 millones de pesos dominicanos. Si tomamos en consideración que el presupuesto de la nación dominicana para el 2021 es poco más de un billón de pesos, eso significa que el monto de las remesas enviadas por los dominicanos del exterior se equipara a un equivalente del 40 % del monto total del presupuesto. Algo sencillamente extraordinario.

Pero todavía más. Partiendo del hecho de que de enero a agosto del 2021, han llegado a la nación dominicana unos 7 mil millones de dólares, eso significa una entrada de unos 878 millones de dólares mensuales y unos 19 millones de dólares diarios. Si esto lo convertimos en pesos dominicanos, estamos hablando de que nuestra comunidad dominicana en el exterior, en los primeros 8 meses del 2021 ha enviado de manera mensual 50 mil millones de pesos, y diariamente unos 1,120 millones de pesos. Este hecho es un soporte esencial para el buen funcionamiento de nuestra economía.

De manera personal viví seis años residiendo en la ciudad de Miami y, desde ese momento, he afirmado que la gran importancia de las comunidades dominicanas en el exterior no está solamente en sus aportes económicos, sino que su gran aporte está en la preservación de nuestra identidad y nuestros valor como nación. Estando fuera del país es que se valora realmente la dominicanidad. Fuera de la patria es que la bandera, el escudo, el himno, el merengue y la bachata cobran una verdadera dimensión. Nadie como los dominicanos que residen fuera le dan tanto valor y llevan la patria a un pedestal que nunca lo podremos hacer quienes vivimos aquí y hacemos vida diaria en el trajín de la cotidianidad de la patria.

La comunidad de dominicanos en el exterior es un soporte básico para mantener la dominicanidad viva. Nadie como nuestros compatriotas que viven fuera, defienden y exhiben con orgullo nuestro el sentir y la esencia dominicana. Y no importa el nivel o la función que asuman siendo ciudadanos estadounidenses, pues su esencia dominicana no la pierden nunca y la exhiben por siempre.

En esta visita a Nueva York, y a través del programa “El Sol de la Mañana”, pudimos entrevistar a dominicanos que han logrado grandes éxitos en esa ciudad y que exhiben con orgullo su dominicanidad. Por ejemplo, Adriano Espaillat, representante estatal al Congreso de Estados Unidos; Zenaida Mendez, directora del Manhattan Neighborhood Network; los jueces Rolando Acosta y Manuel Méndez Olivero, presidente y miembro de la Corte Suprema de Apelación de la ciudad de Nueva York; Alexandra Sued, especialista en leyes laborales de la firma Fullerton Beck; Idanis Rodríguez, concejal de la ciudad de Nuev York; Sammy Ravelo, exteniente de la Policía neoyorquina; los comunicadores Danieda Polanco y Rafael Bello, dos jóvenes que han logrado destacarse en la cadena internacional Univisión, entre muchos otros.

En todos ellos, a pesar de que son ciudadanos de Estados Unidos y están en tareas y funciones propias de la sociedad estadounidense, se resalta el orgullo de ser dominicanos. Y es con ellos se confirma una gran verdad: nunca la patria dominicana tiene mayor sentido y valor, que cuando estamos viviendo en el exterior.

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