El Gobierno de Estados Unidos está cerrado. Todo por un muro de US$5 billones. Trump lo quiere. Los demócratas lo rechazan. Trump considera que el muro ayudaría a contener la inmigración ilegal a través de la frontera. Aunque reconoce que no la detendría en un 100%, considera que el muro dificultaría la entrada a los ilegales y facilitaría el control de la frontera con México. Los demócratas, por alguna razón, señalan que el muro no serviría de nada. Dado que el muro de Trump es de mayor envergadura y fortaleza que la verja, cerca o valla que Hillary Clinton apoyó cuando votó a favor del “Secure Fence Act del 2006” que luego firmó el Presidente George W. Bush, uno tendría que concluir que si el de Trump no serviría de nada para controlar o moderar la inmigración ilegal, la verja apoyada por Hillary era un despilfarro total.
En el Partido Demócrata está claro que nadie está haciendo los números. Perciben a Trump como a un niño malcriado al que no quieren complacer con la ejecución de este proyecto. Veamos la significancia de la inversión que Trump desea realizar. El PIB de Estados Unidos en el 2019 ascenderá a 21,482.4 billones. Dado que el muro costaría US$5 billones (US$5,000 millones), lo que Trump ha solicitado es la autorización del Congreso para invertir un 0.0233% del PIB en la construcción de un muro que dificulte o eleve el costo de transacción y el riesgo de tratar de ingresar ilegalmente al territorio estadounidense. En otros términos, más apropiados para nosotros, lo que Trump ha solicitado al Congreso norteamericano sería totalmente equivalente a que Danilo solicite a nuestros congresistas la asignación de 20 millones de dólares para construir el muro en la frontera dominico-haitiana. Estoy seguro que si nuestro muro pudiese hacerse con sólo 20 millones de dólares, ningún congresista votaría en contra de dicha asignación.
Los demócratas podrían argumentar que los US$5 billones que costaría el muro, elevarían el déficit fiscal de manera exagerada, requiriendo un mayor financiamiento del déficit vía el endeudamiento público. Veamos. En el 2019, el déficit del Gobierno General en EUA ascenderá a US$1,066.7 billones. ¿En cuánto aumentaría el muro de Trump el déficit fiscal del 2019? La inversión en infraestructura física de U$5 billones requerida para construir el muro, elevaría el PIB a través del conocido efecto del multiplicador de la inversión pública. Si asumimos el estimado de 1.5 de Blanchard y Leigh (Olivier J., and Daniel Leigh, 2013, “Growth Forecast Errors and Fiscal Multipliers”, American Economic Review, vol. 103, no. 3, 117–20) y que los US$5 billones se gasten totalmente en el 2019, el PIB aumentaría en US$7.5 billones. Un aumento del PIB de US$7.5 billones generaría un aumento en los ingresos del Gobierno cercano a US$2.3 billones. En consecuencia, el déficit fiscal aumentaría en US$2.7 billones (US$5 – US$2.3), pasando de US$1,066.7 a US$1,069.4 billones. En otras palabras, pasaría de 4.97% a 4.98% del PIB. Redondeando, pasaría de 5.0% a 5.0% del PIB. ¿Y es por ese aumento imperceptible del déficit fiscal, que los demócratas han llevado a Trump a decidir el cierre del Gobierno de la economía más poderosa del mundo? Como diría Gonzalo, el primo del Patrón del Mal, ‘no jodás’.
Los demócratas no parecen estar leyendo bien las señales de estos tiempos. La preocupación sobre la inmigración descontrolada e ilegal en muchos casos, ha estado creciendo en el ranking de percepción de los problemas en las encuestas que se realizan en las naciones desarrolladas. Una encuesta de Morning Consult + Político realizada el 4-6 de enero de este año en Estados Unidos, revela que el tema de los Asuntos de Seguridad como terrorismo, política exterior y seguridad en la frontera aparecen en segunda posición como detonantes del voto, por debajo únicamente del renglón Asuntos Económicos que abarca los temas de impuestos, salarios, trabajo, desempleo y gasto. El 67% de los votantes considera de altísima o importante prioridad la aprobación de una ley de inmigración contra un 8% que señala que no debería aprobarse. Asimismo, el 42% señala que la construcción de un muro en la frontera con México es de altísima o importante prioridad contra un 32% que afirma que no debe construirse. Si usted agrega a esto que los votantes estadounidenses confieren más confianza a los republicanos manejando la Economía (43% vs. 36%), el Empleo (44% vs. 35%), y la Inmigración (42% vs. 38%), la pose de rechazo al muro con débiles argumentos y sin presentar opción alternativa de los demócratas, unida a la propuesta de la ‘joven estrella’ de los demócratas en NY, la representante Ocasio-Cortez, de establecer tasas marginales máximas de hasta 70% para gravar los salarios por encima de determinado nivel, hace pensar que sólo la recesión que pronostica Larry Summers podría evitar el triunfo de Trump en el 2020.
Un aspecto que no se ha considerado en el debate es el impacto que tiene sobre el país vecino de menores ingresos el establecimiento de barreras que contribuyan a reducir la inmigración descontrolada e ilegal. La existencia de una frontera totalmente porosa que permite al país de menores ingresos contar con una válvula de escape permanentemente abierta opera, en la práctica, como una “Dutch disease” o enfermedad holandesa. Los que emigran envían dólares en forma de remesas, lo que eleva el valor de la moneda local frente al dólar, erosionando la rentabilidad de las actividades de exportación de bienes y servicios. El año pasado, México recibió US$33,786 millones en remesas enviadas por sus emigrantes, 97% de los cuales residen en Estados Unidos. Los ingresos por remesas en México representaron un 7% de sus ingresos por exportaciones de bienes y servicios en el 2018. Contar con una válvula de escape permanente es para muchos una bendición. No tienen en cuenta, sin embargo, que dicha válvula puede contribuir a dilatar o posponer las reformas internas necesarias y a demandar mayor eficiencia en el diseño y ejecución de las políticas públicas. ¿Un ejemplo? La decisión del nuevo Presidente de cancelar un proyecto en ejecución como el nuevo Aeropuerto Internacional de México. No conozco un país desarrollado cuya estrategia de crecimiento y progreso económico y social se haya sustentado en una emigración considerable de sus recursos humanos y la recepción de cuantiosas remesas enviadas por sus emigrantes.
Nancy Pelosi y Chuck Schummer, antes de volver a reunirse con Trump, deberían quizás hacer una parada en Chappacua, New York. Es posible que Hillary Clinton los haga entender que la posición extremista que han adoptado en estos tiempos de creciente preocupación en muchas naciones por la descontrolada inmigración ilegal, no resulta prudente ni conveniente para las aspiraciones de los demócratas de recuperar la Casa Blanca en el 2020. A mediados de noviembre del año pasado, Hillary afirmó que “Europa necesita controlar la migración porque es lo que enciende la llama”. Señaló que, si los líderes de Europa quieren contener la propagación del populismo de derecha en el Continente, deben enviar mensajes más fuertes de que no continuarán ofreciendo “refugio y apoyo” a los inmigrantes.
Hillary haría bien si envía ese mismo mensaje a los líderes de su partido. Sólo tendría que sustituir “de Europa” por “demócratas de Estados Unidos”.
¿Nancy y Chuck quieren realmente fastidiar a Trump? Reúnanse con él, rechacen un muro de US$5 billones y díganle que sólo apoyarían uno de US$6 billones. Ya no podría llamarle Trump Wall. Después de todo, el déficit fiscal, redondeando, se quedaría igual, 5% del PIB. Paralizar un gobierno por US$5 billones, no luce bien cuando al mismo tiempo, en China, de un plumazo, Xi, para estimular el crecimiento, autoriza US$125 billones en nuevos proyectos de trenes de alta velocidad.