Ni siquiera Anastasio Somoza -(Tachito) sátrapa rupestre y sanguinario- se imaginó que uno de sus ajusticiadores lo emularía en su aliento político-hereditario más codiciado: perpetuarse, Réquiem Etem -vía dinastía-, en el poder; y aunque parezca contradictorio, en el interregno 1957-67, surgieron los movimientos de tendencias socialdemócratas, socialcristianos, liberales y el mismo Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN-1961) que escogió la vía armada para la liberación de Nicaragua del colonialismo-militarismo y liquidar, como sucedió en 1979, el régimen somocista. Contrario, lo de Ortega-Murillo es, siquiera, dejar resquicio alguno de disidencia u oposición política real, a menos que quien lo intente sepa y sufra -como ya sucede- que su único espacio “democrático” es la cárcel.
Y es tal semejante destino que no hay, en Nicaragua de Ortega-Murillo, ningún aspirante presidencial u opositor -¡real!- que pueda expresar o ejercer esa aspiración democrática sin quedar proscrito, preso e inhabilitado bajo los mismos subterfugios -“leyes habilitantes”- del madurismo. Con la diferencia que, en Nicaragua de Ortega-Murillo, a falta de petróleo, ofrecen castración jurídica-constitucional, pantomima eleccionaria o, mejor dicho, aberración antidemocrática: dinastía.
Encima, hay una grosera conculcación de libertades públicas, prensa libre y ejercicio del periodismo independiente que, a pesar de trabas, abuso de poder, amenazas, riesgos y legislación mordaza -bajo el eufemismo “ley contra delitos cibernéticos” cuya más destacada característica es la penalización de la “información falsa” o inhabilitación cívica-patriótica al que ose aspirar fuera del libreto “oposicionista”-, no deja de ser “…la voz de los que no tienen voz” como lo ha hecho el legendario diario La Prensa denunciando el “secuestro” del papel-insumo.
Sin duda, lo de Ortega-Murillo es una afrenta a todo el mundo, civilizado o no; y más que aberración “democrática” resulta una bofetada hemisférica que desafía la más modesta e inofensiva tolerancia. Es, en síntesis, un abuso de poder de ribete colectivo-represivo a todo un país que clama libertad.
Con Ortega-Murillo ya son tres las figuras omnímodas aferradas al poder que completan: Díaz-Canel y Maduro. ¡Vaya trío…!
Sin embargo, son la pareja Ortega-Murillo los más osados y desafiantes, pues Cuba y Venezuela, tarde o temprano, irán en transición democrática; mientras que, Nicaragua, al parecer y al ritmo de Ortega-Murillo, será el espejo donde habrán de mirarse Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro Moro que aparentan ser menos obtusos que la pareja pintoresca, aunque tienen en común su obstinación por el poder y creer que sus países son “fincas particulares”, tal cual la concibió Tachito -ahora Ortega-Murillo-.
Ya veremos, porque ese mamotreto de “elecciones” -de este domingo, 7 de noviembre-2021, en Nicaragua- no tiene ni tendrá credibilidad ni legitimidad democrática. Por lo tanto, lo que saldrá de ahí -el “triunfo” Ortega-Murillo- será “crónica anunciada…”.