Pudiéramos encontrar, como explicación de la derrota del PLD, varias razones-explicaciones endógenas-exógenas -es decir, propias del PLD-gobierno-sociedad-; pero, sin embargo, no hay que dejar de soslayar el papel “oposicionista”, de una sola vía, de Leonel Fernández, pues, aunque, de discurso, se planteaba romper una polarización, curiosamente solo atacaba al PLD, su candidato y gobierno. Y ese papel-rol, no tiene otro nombre que el de atajadera. Pero, allá Leonel y su “estratégico”-papel en esta coyuntura, que me aventuro a creer que, su ciclo electoral, de relevancia política, queda reducido al de líder-bisagra.
En cambio, el PLD está llamado a relanzarse, reformarse y ser oposición constructiva. Mientras que, con Leonel, se inició el caso histórico-inverso al de los partidos: el de líder de una franquicia.
Y es lamentable, porque tuvo la oportunidad histórica, entre otras, de aupar, en su otrora partido, una salida viable, con posicionamiento electoral envidiable; y probablemente, como pieza interna de dos vías: de unificación interna; y hacia fuera, de sumar mayoría electoral diversa y compacta. Además, del atractivo de ser, probablemente, la primera mujer presidenta del país. Pero no, Leonel se cerró, a banda, en su ego-obsesión por el poder a sabiendas que, en esta coyuntura sus posibilidades eran remotas (confundió y usó a una ínfima minoría peledeísta).
Jugó – ¿o simuló jugar? – a una segunda vuelta electoral o balotaje que solamente estuvo en su delirio-ofuscación de volver, pues nunca sobrepasó, sostenidamente, el 10% de posicionamiento (y como bloque). Por ello, su apuesta-candidatura, en la práctica, fue fraccionar al PLD y franquear a Abinader-PRM, pues su candidatura era de ajusta cuentas y ego-herido; y proponiéndoselo o no, se convirtió en líder bisagra o de coyuntura.
En tanto, que decir, con “orgullo” y reconocimiento retorcido, que “…tú los pusiste y tú los quitaste” más que un elogio -de niña engreída-, queda como una marca indeleble en la conciencia colectiva de cualquier peledeísta que ya lo identifica como el eslabón oposicionista que ayudó a la derrota de su otrora partido jugando el triste rol de candidato-atajadero y de solo fijar su diana discursiva -electoral-mediática-, junto a la ultraderecha-trujillista, algunos izquierdistas de derecha y actores fácticos, contra el partido que lo llevó tres veces al poder (¡quería cinco!).
Ojalá, el expresidente, no tenga que arrepentirse del papel-rol que jugó en la recién pasada coyuntura electoral porque lo latente (que se vio y asomó sonadamente) pinta como pájaro de mal agüero y el ¡Se van! -consigna de Abinader-Leonel- fue más allá que una alianza táctica-congresual (…). Finalmente, Leonel no sacó “…del poder al partido que le dio tres triunfos”, sino, en parte, el estado de confort de su jerarquía.