Los gobiernos del PLD -96-2000, 2004-2020- tuvieron una oposición política-periodística radical que, muchas veces, se disfrazaba de opinión pública -bajo el cliché o perorata (nacional e internacional): “partido hegemónico o dictadura”- aunque todos sabíamos que era periferia mediática de oposición partidaria (o que aupaba un determinado proyecto presidencial). También, por qué no decirlo, tuvo una opinión pública crítica-constructiva respetable. Esta última, ejercida por algunas voces -periodistas-, siempre necesaria e indispensable en cualquier régimen democrático.
Bajo esa premisa, pero con esas excepciones, se configuró lo que se llama bocinas periodísticas (una mezcla o club -sui génesis- de periodistas, comentaristas y enganchados de dos alas: los pro-gobierno y los pro-oposición, ambos bandos bien remunerados o, a modo de alquiler-renta a futuro). Al mismo tiempo o, en paralelo, y dado el auge e influencia masiva de las redes sociales (periódico-chatarra o como se quiera llamar), ambos bandos (y los gobiernos) se agenciaron y entrenaron legiones de interactivos -humanos o bots- para reforzar y posicionar, preceptivamente, sus relatos, críticas o de defensa.
Fue en ese contexto que el movimiento Marcha Verde -2017-2020- terminó asaltado y teledirigido por la oposición política para fines electorales y agendas corporativas de periodistas, intelectuales y una franja de la “sociedad civil”. Ese asalto, protagonizado por otrora voces variopintas, podrá registrarse como el movimiento social contemporáneo más vilmente traicionado y descarrilado, pues no logró ninguna de sus demandas más sentidas que, dicho sea de paso, se disiparon como agua de borrajas. Y si algo quedó, ¡por fin!, fue que la gente ya sabe, sin importar quién gobierne, por qué pobres servicios públicos; sobre todo, en materia de salud, seguridad social y educación. Pero, algo es algo, ¿no?
Diríamos, volviendo al tema central, hoy, que esas voces críticas se fueron por la tangente o por dónde mejor les convino y dejaron en el andén a muchos ilusos o incautos que se creyeron sus críticas o peroratas. Pero el daño, que ambos bandos hicieron a la frágil democracia que vivimos, se refleja más que nunca, pues lo que ayer era denuncia radical -sobre corrupción, auge del narcotráfico e infiltración de la delincuencia organizada en los partidos y los poderes públicos- sólo se ventila y cuela en las redes sociales y plataformas digitales (los medios impresos y mayoría digitales son, al respecto, cuasi indiferentes). Y de aquellas voces, asaltantes políticos de la Marcha Verde -sobre todo, periodistas e intelectuales-, si acaso: “situado” allende los mares, “retiro” periodístico cobarde y estratégico, boyante publicidad estatal, mutismo; o si no, el mea culpa disimulado y dejo del que fue timado.
Porque entre nosotros, también, se ha replicado el caso del líder, candidato o figura pública -según el imaginario colombiano- que fue a consulta con el brujo o chamán del pueblo para averiguar sobre su futuro mediato, a lo que el brujo, solicito, le espetó: “A ti te irá muy bien…..”.
Ojalá, las pocas -o escasísimas- voces críticas constructivas que nos quedan, puedan hacer verano, permanecer y reproducirse vigorosas en el tiempo… (es mi aspiración sincera).