De secreto nada, es una realidad palpable que se vive día a día. Gladiadoras que han labrado sus propias batallas desde sus casas, talvez con un marido ausente y unos hijos que exigen la atención que su etapa amerita, que si las tareas escolares, que si el uniforme, que si las excursiones… Y luego, llegar sonrientes al trabajo, aunque no tengan muchos motivos para hacerlo porque son la cara visible y las que materializan el soñado acceso a la justicia de los constitucionalistas.
Historias de luchas cotidianas porque a un tribunal solo llegan los conflictos y todo el que acude a ellos busca que los jueces les resuelvan lo que no han podido hacer por sí mismos. Psicólogas por naturaleza y a fuerza de experiencias diarias pueden detectar el humor del superior que también trae sus propias complicaciones existenciales y debe responder a unas partes enfrentadas que han puesto en sus manos determinar cuál de las dos tiene la razón. Mediadora entre compañeros y subalternos para, cual equilibrista, tratar de sobrellevar un equipo cuyas luchas constantes son propias de quienes conviven bajo un mismo espacio por más de ocho horas con temperamentos, egos, mentalidades e historias de vida diferentes.
Paño de lágrimas de un usuario que no comprende los entresijos de los procesos, la extensión de los plazos ni el cúmulo de expedientes como para tener la paciencia de que el suyo no haya sido atendido. Humilde frente al abogado que cree sabérsela todas y pretende con sus actitudes obtener un resultado que en buena lid no conseguiría o alcanzar lo imposible en breve etapa. Los años en el puesto le han ayudado también a entender que esos profesionales igual están presionados por unos clientes que solo quieren soluciones, no explicaciones.
Desahogo del inconforme, receptáculo de las frustraciones de un sistema que no siempre funciona con la rapidez y eficiencia que se quisiera porque su precariedad no solo responde al factor humano, pero su vocación de servicio la mantiene firme en su lugar plantando su mejor imagen porque el engranaje judicial debe seguir operando con ella o a pesar de ella y al final, el desenlace llevará tranquilidad a alguna persona, familia o empresa porque saben que representan una pieza indispensable en la paz social y han asumido el reto. Afortunadamente, el Poder Judicial, con plena conciencia de su valor, las tiene a la vista para capacitarlas y prepararlas porque reconoce que, si bien el juez es la puerta de salida para aplicar el derecho ante una necesidad jurídica, ellas son la puerta de entrada a la que acude todo el que busca justicia.