Continúo recordando los principales acontecimientos históricos de nuestra guerra patriótica restauradora.
Inesperadamente Santana renunció meses después de recibir su cargo de capitán general y gobernador de la isla, llevando en su conciencia el fusilamiento en Moca de José Contreras, José María Rodríguez, José Inocencio Reyes y Cayetano Germosén, a quienes les cabe la gloria de haber iniciado el 2 de mayo de 1861, el primer brote de rebeldía en contra de la anexión.
Luego del fallido acto patriótico de Moca, los exiliados Francisco del Rosario Sánchez y José María Cabral, formaron en Saint Thomas el segundo frente opositor a la entrega de la soberanía nacional a España, con el apoyo, como era lógico, de los baecistas exiliados en Curazao.
En efecto, el 20 de enero de 1861 Sánchez suscribió en Saint Thomas el Manifiesto contra el proyecto de anexión. Un eminente historiador dominicano dice que es uno de los más bellos documentos de la República. Entonces, con el estímulo de Sánchez, se formó en Curazao la Primera Junta Revolucionaria organizadora de la Revolución de la Regeneración Dominicana.
Mientras esto sucedía, Sánchez buscaba el apoyo del gobierno haitiano, entonces encabezado por el democrático general Fabré Geffrard, duque de Tabara, pero las autoridades españolas enteradas de los propósitos de los regeneracionistas, amenazaron desde Cuba al presidente haitiano, con represalia militar y política si no le retiraba el apoyo a los opositores dominicanos, los cuales contaban, por una realidad geopolítica, con la simpatía de las autoridades del vecino país, quienes también habían expresado su protesta por la presencia de España en el Este de la isla de Santo Domingo.
Con la consigna “Yo soy la bandera dominicana y si entro por Haití es porque no puedo hacerlo por otra parte”, Sánchez y José María Cabral, iniciaron la invasión el 1ro. de junio, a las 4 de la tarde de 1861 por el Sur, situación que movilizó todas las fuerzas de que disponían las autoridades españolas, incluyendo el ejército dominicano, encabezado por el propio Pedro Santana y sus generales Eusebio Puello y Antonio Abad Alfau, apoyados por el brigadier Antonio Peláez y Campomares, jefe de la Brigada Expedicionaria Española de Santo Domingo, a quien Serrano ordenó desde Cuba organizar los batallones para cualquier eventualidad.
Con esta reacción de las autoridades de ocupación en la isla, y con los que observaban la situación desde Cuba y Puerto Rico, no es difícil reunir los resultados de la expedición de la Regeneradora encabezada por Sánchez y Cabral.
En efecto, ante la imposibilidad de vencer la resistencia, Sánchez, que dirigía la columna central de los expedicionarios, ordenó la retirada en El Cercado, y de camino hacia Haití fue víctima de la emboscada del general Santiago de Oleo, herido en la ingle y una pierna, al pie de la loma de Juan de la Cruz, donde fue hecho prisionero. Cabral en cambio pudo penetrar en Haití y escapar a la persecución de los anexionistas.
Conducido a San Juan de la Maguana, y por expresa disposición del General Santana, y aunque Sánchez produjo una brillante defensa, en su condición de Defensor Público, el 4 de julio a las 4 de la tarde fue fusilado él y todos los patriotas que lo acompañaban en la acción reivindicadora de la independencia dominicana.
Queda establecido, que en realidad las acciones llevadas a cabo desde 1861 para restaurar la soberanía dominicana antecedieron al 16 de agosto de 1863.
Otro fusilamiento por la misma causa se llevó a cabo en Santiago el 17 de abril de 1863, donde perecieron Pedro Ignacio Espaillat, el poeta Eugenio Perdomo, y otros. El 16 de agosto de 1863 en la Loma de Capotillo, los generales Santiago Rodríguez, José Cabrera, Benito Monción, iniciaron la guerra que culminó el 13 de junio de 1865 con el abandono de las tropas españolas del territorio nacional, y consecuentemente, se produjo el restablecimiento de nuestra soberanía, lo cual implicó no solo una derrota militar, sino también el fracaso de las aspiraciones expansionistas de la soberana Isabel II, desenlace que no pudo presenciar el autor de esa nefasta acción, ya que Santana falleció en 1864.
Los efectos finales indican que “Para España, el desastre de 1865 fue tanto económico, con 392 millones de reales en gastos, como humano, con 16,000 bajas y fue una de las causas que precipitó la caída de Isabel II y la apertura democrática.
En la guerra de la Restauración los dominicanos fueron capaces de vencer a un ejército superior en número, en adiestramiento y con mayor capacidad de reposición, pues España disponía de un número considerable de soldados en Cuba y Puerto Rico.
En esta contienda brilló con singular valentía la espada del General Gregorio Luperón en el combate de Santiago, el 6 de septiembre de 1862; en Arroyo Bermejo el 30 del mismo mes y año; en la Sabana de San Pedro donde derrota al propio Santana. En esta gesta vale destacar, además a los ya mencionados, el heroísmo del general Gaspar Polanco; quien ocupó la presidencia de la República en armas instaladas en Santiago de los Caballeros, refugio que fue del terrible brigadier español, Manuel Buceta, quien perseguido el 16 de agosto de 1863 por los héroes de Capotillo hasta la ciudad del Yaque, la que fue víctima de un voraz incendio; pero también debe destacarse el heroísmo del prócer Matías Ramón Mella y Castillo, quien ocupó la Vicepresidencia del gobierno restaurador y quien murió en el curso de la guerra el 4 de junio de 1864. Lo sustituyó en el cargo, Ulises Francisco Espaillat, uno de los civiles de mayor prestancia entre los que participaron en esa contienda.
Es digno de mención, igualmente, el gesto del Fundador de la República, Juan Pablo Duarte y Diez, quien en 1864 vino desde Caracas, junto a un grupo de patriotas, entre ellos el malogrado poeta Manuel Rodríguez Objío, a ponerse a disposición de los que luchaban por restablecer la soberanía nacional. Tampoco puedo silenciar los nombres de Francisco Antonio Salcedo (Pepillo), primer presidente del gobierno restaurador y al héroe de la Canela, José María Cabral, “el guerrero”, como lo llama Sócrates Nolasco.
El general Gregorio Luperón quien fue, además de destacado militar, escritor y dejó una memorable obra en tres tomos acerca de su vida y de los hechos de los que formó parte, pero también fue un influyente político. Nació en Puerto Plata el 8 de septiembre de 1839 y murió en su ciudad natal, el 20 de mayo de 1896.
El general Pedro Pimentel, uno de los héroes de Capotillo, ocupó la Presidencia del gobierno instalado en Santiago, tras la salida de las tropas españolas de la isla, pero la sombra del anexionismo volvió muy pronto a sentirse en el escenario político dominicano, con el sorpresivo ascenso al poder de Buenaventura Báez, quien durante la guerra de la Restauración ostentó el rango de mariscal de Campo de Isabel II, aunque su tendencia anexionista era conocida; pero así se ha hecho la historia dominicana y el proceso pro-restaurador no fue diferente.
Fuentes consultadas
Emilio Rodríguez Demorizi: Papeles del General Pedro Santana. Roma, 1952. Del mismo autor: Escritos de Luperón, 1941; Pedro María Archombault: Historia de la Restauración, 1935; Gregorio Luperón: Notas autobiográficas y apuntes históricos. Tres tomos. Editorial El Diario. Santiago, República Dominicana, 1936; Eduardo González Calleja y Antonio Fonleeha Pediaza: Una Cuestión de Honor. La Polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España (1861-1865). Fundación García Arévalo, 2005. Obra indispensable para el estudio de la anexión.