El triunfalismo en política es un arma letal. Es fácil identificar a los líderes y dirigentes políticos que asumen esta actitud, pues se va propagando en el entorno de la principal figura y en algunas ocasiones, se extiende a todo el colectivo.
El sentimiento de superioridad frente a los competidores, suele generar una ceguera colectiva que quienes observan, se preocupan. Es de lo más interesante escuchar los razonamientos de los integrantes de esos proyectos, como acomodan todas las piezas del ajedrez político que conducirán a una victoria inevitable en las urnas. Más aún, el convencimiento de que las cosas ocurrirán en base a sus expectativas del comportamiento del mercado electoral y las variables que confluyen.
Una vez el entorno de los candidatos está convencido de un triunfo inminente, en lugar de trabajar para consolidar esa posibilidad, empiezan a cerrar puertas a nuevos apoyos porque, al parecer, se imaginan distribuyendo el pastel del Estado y, obvio, que entre menos reparten, les puede tocar la mejor parte.
El problema del triunfalismo es que conduce a un exceso de confianza, y ahí precisamente, es está el peligro. En el actual contexto político, se observa la especie en los principales partidos que competirán en 2028, tanto en un sector del PRM como en la FP.
Lo bueno, en el caso del PRM, es que su líder, el presidente Luis Abinader, no parece que se haya infectado de ese virus, que suele atacar a los partidos, porque el poder y éxito, como es el caso del PRM, suele embriagar.
En el caso de la FP, no se entiende a qué obedece el triunfalismo que exhibe una parte de la cúpula. No hay factores objetivos en el escenario político que justifiquen ese comportamiento. Lo bueno para la FP, es que su líder, Leonel Fernández, nunca ha sido triunfalista ni el poder le ha nublado la razón, pero sus colaboradores no han aprendido de la humildad del líder.
Ese partido está en un problema que, quizás no ha alcanzado a ver. Si la dirigencia media y de base observa un comportamiento alejado de la realidad, podría mirar hacia otra opción. Aquí la gente nace sabiendo que está prohibido joderse y abundan los ejemplos.