El 8 de abril de 2025, quedará registrado como uno de los días más tristes de la historia de la República Dominicana. Era la tradicional convocatoria de las fiestas de alegría y baile de los lunes en Jet Set. Pero el día negro fue martes. Solo habían transcurrido 44 minutos del nuevo día cuando la alegría quedó sepultada y sobre ella nació el dolor, a las 12:44 minutos de la mañana de ayer, para ser exactos.
Es imposible describir con palabras lo que se observó en cada rostro. A la gente se le dificultó incorporarse al trabajo, a las labores domésticas, tomar clases y hasta cumplir la agenda del día.
Fue una madrugada larga, brumosa y el día de pesadilla. Se respiró el aire espeso de la tristeza profunda en cada lugar. Rostros compungidos, frases de dolor y lamento, el denominador común.
Ese sentimiento de pesadumbre se volvió más profundo en la medida en que con las horas aumentó el número de fallecidos y se conoció la magnitud de la tragedia. La desesperación de los familiares de las víctimas y la esperanza de encontrar sobrevivientes se empezó a esfumar.
Entonces, llegaron las historias humanas. La de los niños que quedaron huérfanos, las parejas que salieron a divertirse y encontraron la muerte, padres que perdieron a su única descendencia, familias que perdieron a varios de sus miembros, personas que se salvaron de milagro y decenas de historias conmovedoras que arañan el corazón del pueblo dominicano.
A esas alturas del día, la angustia de los que aún no conocen el desenlace de sus seres queridos, se volvió desesperante.
Al cierre de la tarde y el inicio del recorrido final del día negro, se conoció la noticia de que se apagó para siempre la voz más alta del merengue, el inigualable Rubby Pérez, el responsable de amenizar la fiesta en el Jet Set.
Entonces las redes sociales y los medios de comunicación se inundaron de su música, incluso parte del concierto que tocaba en el centro de diversión. Cortos la fiesta de 15 años que organizó recientemente a su hija, Ana Beatriz. Arropados por la profunda tristeza, concluyó el día más triste.
Es normal la interrogante del porqué de las cosas. Vivir en la fe cristiana es aceptar la voluntad de Dios aunque duela en lo más profundo.