La patria está en peligro, llegó el momento de defenderla.
Hasta hace algunos años, la República Dominicana era reconocida en el mundo, no solo por sus bellezas naturales y la cordialidad de su gente. Nuestro país era ejemplo de desarrollo, con una economía boyante que generaba progreso y beneficio para todos. En el periodo 2004-2012 se triplicó el producto interno bruto (PIB), un hecho sin precedentes en la vida nacional. Se mantuvo la estabilidad en el nivel de precios y en su política cambiaria. Se caracterizaba por su solidez democrática, el prestigio de sus autoridades y la credibilidad de sus instituciones, así como por la paz social y la seguridad de sus calles y avenidas.
Se respetaba la soberanía e integración territorial, sustentada en nuestra indeclinable vocación democrática y en una política migratoria apegada al derecho internacional. Se propugnaba por el irrestricto respecto de los derechos humanos y el cabal cumplimiento de los tratados firmados entre naciones hermanas.
En tan solo tres años, las cosas efectivamente han cambiado, pero para mal. Tenemos un gobierno que no asume su responsabilidad. Llevan treinta y seis meses en campaña y continúan haciendo promesas, a sabiendas de que las que hicieron no las han cumplido, y que las que están haciendo, tampoco las cumplirán.
Estamos en presencia de un gobierno que renunció a su compromiso moral con los ciudadanos, y decidió cogobernar con los amigos. Nos gobierna un grupo de empresarios que asumen el servicio público como su propia empresa. En toda obra de infraestructura, anteponen el criterio de rentabilidad para favorecer a unos pocos. Sacan ventaja y buscan atajos legales para rehuir a su responsabilidad, creando fideicomisos para favorecer negocios privados con el dinero público. Hacen fiesta con los recursos del pueblo, mientras la mayoría no participa y solo mira de lejos.
Nos oponemos a que el servicio público se maneje como una Asociación Público-Privada para los amigos (Apppa). No podemos permitir que sigan destruyendo lo que costó años de trabajo construir, con el esfuerzo de todos. No se puede consentir que en unos cuantos meses se pierda el progreso logrado, ante la mirada impávida e irresponsable de los que gobiernan.
Llevamos tres años refutando, con cifras oficiales, las múltiples mentiras que un día sí, y el otro también pregonan. La ciudadanía no conoce ningún plan para recuperar la economía, ni tampoco para dinamizar el mercado de trabajo. Después de 1,110 días de gobierno solo se han generado 47 mil nuevos empleos, falta recuperar 50,546 empleos formales. Hemos acreditado que la reposición de los puestos de trabajo se ha logrado con el esfuerzo de los trabajadores informales, y las familias comprueban todos los días que el costo de la canasta familiar del BCRD continúa aumentando. Es evidente que no podrán cumplir su promesa de generar 1 millón de nuevos empleos.
Lo que sí sabemos es que el nivel de vida de la mayoría se ha deteriorado, y el gobierno del cambio no se ha enterado. Por tres años consecutivos, entre 2020 y 2022, se ha registrado una tasa de inflación anual superior a la meta del 4% establecida por el BCRD.
El pueblo también sabe que no han desarrollado la infraestructura social, y que el porcentaje de inversión en este gobierno, respecto del PIB (2.2%), representa el valor más bajo en los últimos 72 años; que han endeudado al país para meter el dinero al banco; y que han destruido la credibilidad de la tarjeta Solidaridad y adulterado el padrón de beneficiarios para favorecer sus ambiciones reeleccionistas.
El pueblo sufre todos los días porque los precios siguen aumentando, porque la economía está estancada, porque no existen fuentes de trabajo, porque sus ingresos no le alcanzan para llegar a fin de mes, porque saben que las oportunidades son solo para unos cuantos.
Tampoco olvidará que, mientras el dengue irrumpió y se esparció por el país, redujeron el presupuesto designado a las campañas de prevención de la salud, mientras se aumentaba el gasto destinado a la promoción de la alicaída imagen del inquilino del palacio.
Han convertido el recinto legislativo en un espacio para el autoelogio y la autocomplacencia. Durante esta gestión, el día de la patria es más de lo mismo. Promesas incumplidas, mentiras, manipulación de cifras y nuevas promesas. La gente sabe que son el gobierno de las promesas y las promesas incumplidas. El gobierno de las improvisaciones y cero realizaciones. La paciencia se agotó. Basta de mentiras. No más privilegios para unos cuantos.
En estas horas aciagas, hacemos nuestras las palabras del “Gran Libertador” José de San Martín: “Cuando la patria está en peligro todo está permitido, menos no defenderla”. Que se oiga fuerte y lejos, la vamos a defender. Con la fuerza del pueblo la patria volverá a ser de todos y volverá el progreso. En el 2024, e’pa’fuera que van.