La recién Orden Departamental del Ministerio de Educación ha despertado una serie de críticas en la población, por entender que esta se encamina a promover la homosexualidad en las escuelas y colegios.
Cuando se lee el texto de esta en ninguna de sus partes habla del tema, más bien lo que promueve es la equidad de género, ya que en ninguno de sus articulados habla de promoción de LGBT, que ha sido siempre el temor de importantes sectores de la ciudadanía.
Quien conoce a Antonio Peña Mirabal, no sólo reconoce en él un gran profesional sino también un hombre de familia, que lejos de promover antivalores estaría inclinado en apoyar, desde la cartera que dirige, que niños y niñas tienen, desde el nacimiento, los mismos derechos y que el sexo no determina mayores oportunidades.
La equidad de género no es una promoción de LGBT, es promover que hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades para crecer y desarrollarse. Que una mujer no debe obtener menor remuneración en un mismo trabajo que un hombre. Que las oportunidades deben estar determinadas por la capacidad y no por ser hombre o mujer.
La reacción se origina frente a los ya conocidos intentos de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) de promover el movimiento LGBT como una política de estado, en un controversial libro, publicado junto a Pro Familia, donde se muestra claramente relaciones entre jóvenes del mismo sexo, incluso hasta se indica como normales relaciones grupales.
Debemos recordar que las iglesias dominicanas, católicas y evangélicas, se pronunciaron en el pasado contra este intento.
Tanto Monseñor Víctor Masalles como el Reverendo Fidel Lorenzo, han mantenido una posición clara contra la campaña de utilizar fondos de esa agencia para promocionar candidatos y publicaciones de la agenda gay.
La penalización del aborto ha enfrentado al gobierno central con el congreso y las iglesias. El Congreso Nacional aprobó la penalización del mismo y dicha ley fue observada por el presidente Danilo Medina.
Sin dudas, existe radicalización en las posturas, típico de nuestra sociedad, muchos consideramos que el aborto es un crimen. Esta radicalización no sólo se presenta en nuestra sociedad; hay que recordar que en la campaña electoral de los Estados Unidos fue un tema de debate entre la entonces candidata Hilary Clinton y el hoy Presidente Donald Trump. La señora Clinton es tan radical que llegó a justificar un aborto a los nueve meses de embarazo.
Fotos de fetos de siete semanas muestran perfectamente a un niño formado, lo cual deja claro que se interrumpe una vida y que esa es una opción que nunca debemos aceptar.
Siempre he sido un defensor del respeto a las diversidades. Pero una cosa es defender y otra es promover. Ya incluso, en películas de niños vemos con frecuencia como se promueven las relaciones homosexuales. Es una forma de ir inculcando en la mente de nuestros niños que las relaciones entre sexos iguales es algo normal. Esto sin duda no es respeto a las preferencias sexuales.
No veo películas de niños donde aparezcan personajes con una mano menos, con prótesis, con muletas. Está claro que no es igualdad lo que se promueve sino es una transformación de lo que debe ser la familia y la injerencia, ya sea de agencias, medios de comunicación, de algo que respetamos, pero nos oponemos a promover.
De ahí sale la oposición a la ordenanza del Ministerio de Educación, es al temor de la injerencia externa, que en estos momentos es mucho menor.
Todos tenemos amigos, familiares, conocidos que su preferencia sexual es hacia el mismo sexo. Muchas veces son mejores ejemplos que parejas heterosexuales, que lejos de tener una relación estable son famosos por las múltiples relaciones, las segundas y terceras bases, algo que en nuestra sociedad se ve como normal, parte del machismo tradicional dominicano que mientras más mujeres tenga un hombre, se le considera “un verdadero gallo”.
Defendamos la igualdad de oportunidades, defendamos lo que debe ser una familia. El Papa Francisco, tratando el tema de la homosexualidad dijo: “Me alegra que hablemos sobre las personas homosexuales porque antes que nada viene la persona individual en su totalidad y dignidad. Y la gente no debe ser definida solo por sus tendencias sexuales: no olvidemos que Dios ama a todas sus criaturas y que estamos destinados a recibir su amor infinito. Prefiero que los homosexuales acudan a la confesión, que estén cerca del Señor y que recemos todos juntos. Se les puede pedir que recen, mostrarles buena voluntad, mostrarles el camino y acompañarlos en el mismo”.
Definitivamente, respeto, no sólo a las preferencias sexuales sino a todo tipo de diversidad, es lo que debe primar en una sociedad, pero en ningún momento la promoción para inculcar en la mente de niños y adolescentes tendencias que parece una moda, que no podemos permitir por influencias foráneas o nacionales.
El Ministerio de Educación lo que sí debe evitar es que en una sociedad con escasa educación se corra el riego de los extremismos, donde las minorías, como se ha pretendido, quieran, en nombre de sus derechos, imponerse sobre las mayorías que también tienen derechos que defender.