La Organización de los Estados Americanos (OEA) no es el organismo internacional ni el foro técnico-jurídico -de fuero de ley-internacional- adecuado para dirimir conflictos o impasses marítimos o territorial-fronterizos como el que se ha suscitado o creado entre Haití y República Dominicana, pues la OEA más que otra cosa es, esencialmente, un foro político (entiéndase, un foro de juego político, poses y donde un país va y dice lo que quiere decir a sabiendas de que fue a un teatro hemisférico a exhibir su capacidad histriónica o de pantomima). Contrario, la jurisdicción internacional competente es la Corte internacional de La Haya. ¿O acaso, no es allí donde algunos países -Chile-Bolivia-Perú-Costa Rica-Nicaragua-Colombia, por ejemplo- de la región han llevado sus diferencias? No juguemos a la política o a la diplomacia de aguaje, y más cuando el juego implica interés nacional fáctico-neurálgico-estratégico.
La OEA está bien para hojarascas políticas y que un país, cualquiera de la región, quiera fijar una posición política, diplomática o de principio pero no para dirimir un impasse tras-fronterizo o marítimo-medioambiental. En fin, la OEA no tiene la experticia técnico-jurídica ni histórica-internacional para resolver, satisfactoria y definitivamente, el diferendo que se ha creado. Incluso, más competencia, a modo consultiva, podría tener la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, con sede en Jamaica (aunque, insistimos, es La Haya el organismo internacional competente).
Ahora bien, si lo que se quiere es hacer política y pantomima diplomática con un asunto tan delicado y que amerita resolución en el marco de un organismo internacional idóneo y concluyente, ese organismo, repetimos, es La Corte Internacional (La Haya). Lo saben RD y Haití también, a contrapelo del caos o “Estado fallido” -pero, ¿desde cuándo no?- con que juega y entretiene.
Porque una cosa va quedando más que explícita: sobre el creado impasse, de ambos lados, se está haciendo política, negocios-chantajes y campaña presidencial -bufón Claude Joseph, allá, y por aquí, reelección- con el tema, y Haití juega con cartas marcadas y objetivos geopolíticos-estratégicos bien definido (a pesar del cuento “Estado fallido”): salirse con la suya -victimizandose- y, de paso, distrayendo nacional e internacionalmente (mientras llega Kenia-policía internacional -que ojalá no deje la secuela o estela sanitaria e inmoral de la Minustah-2004); pero, y República Dominicana, ¿a qué juega? ¿A hacer política-reelección? ¡Por favor!
En consecuencia, saquemos el tema -creado, inducido o no- de la agenda política-electoral actual, y elevemos el asunto o impasse al organismo de jurisdicción internacional competente: La Haya. Ah, también, dejémonos de hacerle el juego a Haití, a su oligarquía, políticos y beneficiarios supranacionales sobre la socorrida tesis-cuento de “Estado fallido” que aunque lo es no opera ni actúa como tal, sino como lo que es: un país-conglomerado (en un sentido abstracto o semántico) con una técnica del poder en el caos. Y punto.