La Navidad conmemora el nacimiento histórico de Jesús, es decir, celebra el misterio de Dios hecho hombre o la manifestación del Señor en la historia. Es una de las fiestas religiosas más importantes de los calendarios occidentales religiosos y civiles que marcan los ritmos laborales y festivos de medio mundo.
1. Las “Navidades”
Más que de “Navidad”, puede hablarse de “Navidades”, según se entienda y se viva el hecho navideño. En primer lugar, según el calendario litúrgico, se celebra desde el siglo IV la Natividad del Señor o el nacimiento de Jesús, Salvador del mundo. El sentido de la fiesta litúrgica navideña lo dan los relatos evangélicos de la infancia que nos hablan de la presencia del Dios cristiano entre nosotros.
En segundo lugar, según el calendario religioso popular, la Navidad es una fiesta entrañable, sensible y bulliciosa –contrapunto del Viernes Santo-, que festeja el nacimiento “en el portal de Belén” del Hijo de María como niño-Dios, cuya imagen se besa y se le cantan villancicos. Son propios de esta fiesta los “belenes” o “nacimientos” y los “árboles navideños”.
Finalmente, para el calendario comercial, la Navidad es una fiesta predominantemente social que da lugar a iluminaciones públicas, ventas abrumadoras, felicitaciones con tarjetas apropiadas, intercambio de regalos, programas televisivos especiales, salas de fiestas y cenas suculentas. En la actual sociedad secularizada, las Navidades son fiestas de invierno. En los días navideños, coincidentes con los finales del año civil, se desorbita todo, quizás por ser un tiempo intensamente festivo, popular y hogareño a la vez. Se acumula tanto en tan pocos días que uno se siente abrumado y aturdido.
2. El sentido de la Navidad
En medio de un clima navideño ruidoso y sosegado, tenso y relajado, pretendemos los cristianos celebrar la Navidad. ¿Con qué sentido? Recordemos que el natalicio de Jesús fue fruto de la inculturación cristiana de una fiesta romana anterior, dedicada ese mismo día al natalis solis invicti, o nacimiento del sol, pues a partir de esa fecha comienza a crecer el astro, según cálculos de los antiguos. La Navidad aparece como cristianización del solsticio de invierno, ya que Cristo es el “sol de justicia” (Malaquías 3,20), “astro que nace de lo alto” (Lucas 1,78) y “luz para alumbrar a las naciones” (Lucas 2,32). No hay, pues, rechazo, sino asunción de una realidad humana y religiosa. En los comienzos, la Navidad y la Epifanía eran la doble cara de una sola fiesta celebrada en Occidente (el 25 de diciembre) y en Oriente (el 6 de enero). Se distinguieron las dos fechas desde finales del siglo IV o comienzos del siglo V.
De acuerdo con la teología de la Navidad, el Verbo de Dios adquiere la experiencia humana de la compasión o solidaridad. La encarnación de Jesús es “abajamiento” que termina en la muerte, inicio de su retorno glorioso al Padre. La Navidad es el primer capítulo de la Pascua: nos descubre a los creyentes quién es Jesús y cuál es su buena noticia. Por consiguiente, el primer mensaje de la Navidad es la entrañable humanidad de Dios, el “Dios con nosotros” revelado en Jesús o el misterio de Dios hecho hombre.
3. Orígenes de la Navidad
Los orígenes pueden variar de acuerdo a la festividad. Aunque la fecha exacta del nacimiento de Jesús de Nazaret no se encuentra registrada ni en el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento (Biblia), el 25 de diciembre ha sido significativo en los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio de invierno en el hemisferio norte (desde el 21 de diciembre). La adopción a esa fecha se realizó siglos después, empezando por el testimonio de Sexto Julio Africano en el año 221 acerca de la fecha de nacimiento en Judea y el calendario filocaliano del 54 después de la era común.
Para nosotros los cristianos, la Navidad es tiempo de perdón, acercamiento y reconciliación, porque recordamos el nacimiento de Jesús lo que es más que suficiente para desearles a todo el pueblo dominicano unas Navidades repletas de bendiciones y un año 2018 con amplia ventura y prosperidad y que el Divino Rabí de Galilea bendiga a toda la familia dominicana, es un profundo deseo del autor de este artículo, profesor José Nicolás Almánzar.
Acompañemos estas Navidades con todo lo que el Señor Jesús nos dejó, y que desde los cielos donde vive y reina, siga derramando sobre nosotros el amor que nos profesa y que en este tiempo de paz y armonía disfrutemos de unas Navidades alegres para que Cristo nazca nuevamente en nuestros corazones.
¡Felicidades a todos y que Jesús nazca nuevamente en nuestras almas!