Está muy de moda el “amor propio”, ese que te hace amar de ti lo mejor y lo peor, que te ayuda a no auto-sabotearte, que alimenta tu autoestima y te hace valorarte.
Pero, qué tan sano es ese amor?, hay límites en el amor propio?, es válido amarse tanto que no se vea más allá de nosotros mismos?, porque sí, ese tipo de amor propio es el que en redes sociales se imparte como si fuera una nueva asignatura escolar.
Los auto denominados “coach”, proliferan consejos de amor propio y recomiendan empezar a sacar personas de tu vida “que no te suman”, como si de limpiar el closet se tratara.
Siempre he tenido un tema con esto, me considero muy autocrítica y a veces he puesto en duda mi amor propio, pero no es que no me ame, es que trato de no cegarme, es que los lazos no pueden ser tan frágiles como para sacar a tu familia, amigos o pareja de tu círculo solo porque no piensan como tú o no te dejan “beneficios”.
Y por supuesto que hay personas tóxicas, que te consumen, que te dañan, pero me refiero a esa confusión que se ha generado gracias a que cualquiera con una cámara se cree en capacidad de aconsejar, sobre todo a los jóvenes, que han llegado a creer incluso, que si sus padres no les permiten “ser”, entonces deben alejarse de ellos.
El Dr. Sergio Oliveros, psiquiatra en Madrid, establece que hay un amor propio enfermo, ese que necesita la gratificación automática de sus necesidades como un bebé aún en tiempo de cuna.
Por lo general ese tipo de amor propio te ciega a ver más allá de ti mismo, te estimas tanto que no reconoces defectos ni eres capaz de admitir errores, te lleva a culpar a los demás de todo aquello que no salga bien en tu vida, y “ponerte en primer lugar” se vuelve tu filosofía extremista de vida.
He visto esa aura tantas veces, “donde yo llego hay que verme”, “nadie lo hace mejor que yo”, “es que es así que va, porque así me gusta” (aunque esté mal).
Lo cierto es que está muy bien quererse a sí mismo y es importante, pero hacerlo en exceso, es en realidad un síntoma de que algo no anda bien con la autoestima, ya que esta es un balance, mismo que se pierde cuando tú deseas ser el centro de todo.