El presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Román Jáquez, en una reciente entrevista para este diario -elCaribe- ha explicado cómo el organismo electoral resolverá el histórico problema de “las actas descuadradas”, y en sus declaraciones deja implícito que persigue evitar que otrora delegados políticos no aparezcan como funcionarios de colegios electorales o mesas. Hasta ahí la intención suena loable, pero, desde nuestra óptica, la explicación o vía “técnica” para resolver o desterrar el descuadre de actas, necesariamente, y si hay la intención “técnica”, no evita el problema o riesgo, pues habría que preguntarse: ¿por qué se prefirió -vía sentencia- que el proceso sea manual y no electrónico, si al final las “actas” serán digitalmente cuadradas?
Tal parece que en el imaginario del honorable presidente de la JCE las elecciones son una suerte de trabajo de oficina y no un proceso eminentemente político-técnico y complejo donde los intereses variopintos, solapados o abiertos, no dejarán de estar presentes y que, en último caso, no serán esas “actas” cuadradas digitalmente -ni su informe “borrador- las que la ley, en un litigio o impugnación, habrá de reconocer-revisar sino las tozudamente manual cuadradas o “descuadradas” por funcionarios de colegios electorales con la asistencia de técnicos “apolíticos” (!Vana pretensión!).
Por otra parte, en la voz o explicación del presidente de la JCE todo luce bonito o color de rosa, pues es evidente su repulsa por los actores o delegados políticos, obviando que el proceso bajo su responsabilidad es político de principio a fin y que las elecciones, quiérase que no, son una guerra política vestida de civilidad -como debe ser-; pero también un teatro que puede venirse abajo si quien dirige el proceso o la obra se pasa, en su buena fe, de inteligente, creativo -al margen de la ley-, ingenuo, iluso o actúa bajo presión política. A propósito, vale preguntar: ¿Está exenta de activistas políticos la actual JCE? Obvio que no.
Ya vivimos -febrero-2020- una experiencia traumática por falta de supervisión preventiva-oportuna y gerencia efectiva y no por un supuesto intento de “fraude” como demostró la auditoría de la OEA. !No inventemos! !Tenemos, a pesar de febrero-2020 y la impostura de la presión política, grandes avances en la organización y administración de elecciones! Incluso fuimos, hasta hace poco, un país modelo regional, al respecto.
Se impone pues, evitar descuadre de actas -y proyecciones apriorísticas-, pero cuidado con creer que el proceso eleccionario es algo totalmente administrativo o de oficina cuando no lo es. Es político, de incidentes, de observación y de múltiples intereses; y para peor -más riesgoso- será increíblemente manual … (!“Ojo al Cristo”, pues!).
Finalmente, no todas las oficinas de logísticas u Oclee en el exterior están “juramentadas”, pues hay impugnadas.