Quienes transitamos la ruta de Jesús, tenemos en la fe uno de los fundamentos del accionar cotidiano. La fe es el soporte principal de nuestras vidas, porque es el vínculo real y sólido de la relación con Dios. La Biblia, en el libro de Hebreos, capítulo 11, versículo 1, define claramente la fe: “Es, pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Es decir, la fe es la posibilidad real de ver con los ojos espirituales todo lo que no se puede ver con los ojos materiales.
La fe es no tener ninguna duda de que Dios tiene un gran propósito con cada uno de nosotros y que él va a cumplir, teniendo presente que “toda buena dádiva y todo don perfecto, viene de lo alto”. La fe es tener la conciencia y el privilegio no solo de creer en Dios, sino de creerle a Dios y actuar conforme a su propósito. Quien tiene fe no alberga ninguna duda de que Dios es grande, poderoso y misericordioso. Quien tiene fe cree que Jesús fue el hijo de Dios y que entregó su vida por nosotros. Quien tiene fe no pone sus esperanzas en las cosas materiales de este mundo, ni en bienes o personas que habitan esta tierra, sino en Jesús y sus enseñanzas.
Dice la Biblia en Gálatas 3, versículo 11, lo siguiente: “Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá”. Nuestra fe tiene que ser el soporte de todas las acciones que emprendamos y de todo pensamiento que nos guíe. No podemos permitir que nuestra fe sea removida por las circunstancias que nos afecten, por una crisis económica, por una enfermedad o una frustración. Nuestra fe debe estar siempre firme y superar cualquier problema que nos afecte, porque sólo la confianza y el amor a nuestro Dios pueden abrirnos el camino de la esperanza y la alegría.
Nuestra fe tiene como soporte esencial la firme creencia de que Dios nos ama por siempre y para siempre, y nunca nos va a desamparar. Tenemos que estar muy conscientes de que las diversas situaciones difíciles que vivimos nos llevan a bajar nuestros niveles de fe. Los temores y ansiedades que nos generan los problemas económicos, en el matrimonio, con nuestros hijos, con nuestros amigos, en fin, todos esos problemas nos llevan a bajar los niveles de nuestra fe, por lo que tenemos que trabajar de manera permanente para aumentarla y evitar que esos problemas nos ganen la batalla.
La Biblia nos nuestra en Romanos 10, versículo 17, la manera para recargar las baterías de nuestra fe: “Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. Por eso es importante que diariame0nte leamos la palabra de Dios, la Biblia, que nos congreguemos con nuestros hermanos y nos ocupemos de las cosas de Dios. Así nuestra fe se consolidará y se fortalecerá cada día, tendremos mayor visión y alcanzaremos la victoria.
Nuestra fe es la mayor garantía para vencer todos los males de este mundo. En 1era de Juan, capítulo 5, versículo 4, se establece muy claramente esa orientación cuando el apóstol nos dice lo siguiente: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo, y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”.