Desde hace mucho tiempo he venido reflexionando sobre los graves problemas que afectan a todos los seres humanos y, muy especialmente, a quienes tenemos vida de fe. En estos tiempos, el mundo atraviesa por situaciones muy complicadas y difíciles que retan esa fe que poseemos. Cada día observamos como en nuestro entorno personal, en nuestra nación y en toda la humanidad se producen muchas situaciones que sabemos que no son decisiones ni actuaciones que agradan a Dios, ni mucho menos se realizan de acuerdo a los propósitos que Él tiene para con nosotros.
De manera cotidiana, los creyentes y los no creyentes, somos objetos de muchas limitaciones o problemas que nos aquejan y nos perturban. Desde limitaciones de recursos para poder vivir, pérdida de seres queridos, enfermedades y temores, son parte de nuestra vida cotidiana. En el caso de la nación, vemos como crecen los problemas, sentimos temor por el incremento de la delincuencia y la violencia, por la falta de valores en la sociedad y por la ausencia de principios y fundamentos cristianos para actuar. Y en cuanto al mundo, vemos cada día cómo seres humanos son capaces de hacer atentados criminales donde mueren muchas gentes inocentes, vemos como se desarrollan guerras entre naciones, se producen pandemias que matan miles de seres humanos, y muchas situaciones inexplicables.
En ese contexto de tantas dificultades, muchos nos preguntamos el por qué Dios permite esas cosas, por qué Dios deja que sufran los cristianos, si somos sus hijos amados. En medio de todo ese mundo de temor, dolor y limitaciones, muchos nos preguntamos el por qué Dios no nos da siempre paz y prosperidad, nos quita el temor y el dolor. Esa situación ha estado siempre presente en los corazones de los que seguimos a Dios en todos los tiempos. Pero debemos entender que nada de lo malo de este mundo es producido por Dios, de Él sólo recibimos amor, bondad, misericordia y prosperidad. El planeta tierra, es un mundo caído donde las fuerzas del mal determinan muchas de nuestras actuaciones y nos llevan a usar de manera incorrecta el libre albedrío que Dios puso en cada uno de nosotros.
El Señor no quiere crisis ni mal para nosotros. Por el contrario, Él siempre busca que superemos ese mal que otros ponen en nosotros. Cuando sientas que los males de esta tierra te están quitando la fe y te están llevando a confiar más en tí mismo que en Dios para enfrentar toda esta crisis del mundo, busca el libro de Job en la Biblia y lee su historia.
Job, era un hombre rico en lo material y justo y fiel delante de Dios. Un día el maligno se presentó ante Dios y le dijo que si le quitaban todas las posesiones a Job, él no mantendría su fe. Ese mismo día Job perdió a sus criados, murieron sus ovejas, robaron sus camellos, y un viento fuerte derribó la casa en la que estaban sus diez hijos y todos ellos perdieron la vida. Ante una situación así, todos maldeciríamos a Dios por habernos abandonado. Pero Job mantuvo su fe a pesar de toda la difícil situación y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).
Job mantuvo su fe y su confianza en Dios, a pesar de las duras pruebas de su vida. Lo perdió todo aquí en la tierra, incluida su familia, pero jamás perdió su fe y nunca acusó a Dios de su desgracia. Por esa fe siempre firme, Dios le repuso todo, lo bendigo y lo prosperó por siempre.
Hermano y hermana que me lees, cuando la crisis golpee tu vida y tu casa, tus bolsillos y tu corazón, nunca pierdas la fe en tu Dios, que es grande, amoroso, misericordioso y justo. Cuando la crisis quiera llevarte al terreno de la depresión, del odio, de la inconformidad y del desprecio, busca a ese Dios que te ha dado todo lo bueno que tienes, y quiere seguirte amando y prosperando, así como prospera tu alma.
Cuando sientas que estás perdiendo todo, multiplica tu fe y levanta como himno de combate ante cualquier adversidad, ese hermoso mensaje de Jesús en Mateo 6:33: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, que todas las demás cosas vendrán por añadidura”.