Estados Unidos es un país de inmigrantes. La población nativa apenas llega a unos setecientos mil de más de trescientos millones que hoy habitan esa gran nación.
Juan Ponce de León fue de los primeros europeos en llegar a lo que es hoy el estado de la Florida, llega en el mil quinientos trece, luego de haber sido el primer gobernador de Puerto Rico en el año del mil quinientos ocho.
La llegada del pirata Walter Raleigh, gracias al permiso que otorga la Reina Isabel de Inglaterra en 1583 y se establece al norte de la Florida y funda la compañía de Virginia, para lo que luego se llamaría el estado del mismo nombre.
La llegada de esclavos africanos se cuenta que llegaron de Angola, cerca del 1619, a laborar en la compañía Virginia, necesitada de mayor cantidad de mano de obra barata.
La llegada de los esclavos marca un capítulo de la historia norteamericana de discriminación y abuso, dividen el país que enfrentando las leyes promulgadas por el presidente Lincoln separan la nación, el sur se agrupa en lo que llamaron la Confederación en once estados agrupados en contra del norte.
La guerra le costó a Estados Unidos un presidente asesinado y más de medio millón de muertos. Lo peor es que las diferencias entre los blancos europeos y los negros africanos no terminaron con el conflicto armado, es algo que ha perdurado a pesar de todas las leyes que han procurado la igualdad y derechos a las personas de color.
El calvario ha sido largo para lograr los derechos que hoy tienen, pero sin importar las leyes, han sido muchas las protestas, los asesinatos, como el del reverendo activista Martin Luther King.
Esas diferencias en los años sesenta eran tan drásticas, que baños y restaurantes, tenían letreros que decían que prohibían la entrada de negros y perros. No hay dudas que se ha progresado, pero aún esas diferencias persisten y quedaron más que claras con el brutal asesinato por parte de un policía, de Rodney King, que originaron protestas en todo el territorio norteamericano y en estos días el juicio contra el policía ha sido el centro de atención de muchos, esperando que este reciba la condena que merece, por los más de nueve minutos con los que sofocó al activista de los derechos de los afroamericanos.
El mundo está dividido sin importar cual continente ni cual nación. Estados Unidos ha sufrido la retórica de un presidente que le faltó tiempo para insultar más que nadie a las diferentes razas, otro que con su carisma no logró unir las razas.
Hoy vemos cómo los asiáticos, son víctimas de los más crueles ataques, porque con su talento han logrado escalar importantes posiciones en diferentes sectores de la vida académica, empresarial y política.
Los latinos no escapamos de los insultos del presidente número cuarenta y cinco, no hemos sido víctimas de ataques directos de parte de la población blanca, posiblemente por nuestra influencia, los blancos son el sesenta y cinco por ciento del total de la población, los latinos un quince por ciento, los afroamericanos un 13% y las demás razas incluyendo los pocos nativos un siete por ciento.
Hace pocos días leí un artículo que su título traducido al español sería “La tiranía de pensar como grupo racialmente”. Ya no somos ciudadanos del mundo, incluso, dejamos de llamarnos capitalistas o comunistas y dice Remi Adekoya que “o somos blancos privilegiados o negros oprimidos, un mundo donde no vivimos realmente como individuos sino como gente blanca, gente negra, asiáticos, etc”.
Indudablemente, se refiere mucho más a la situación de Estados Unidos, aunque muchos otros países no escapan de esa realidad.
Cuánta razón tiene cuando dice que generalizar en el lenguaje es prácticamente una necesidad para tratar temas relevantes, es típico en Estados Unidos y hasta en nuestros países referirse en un tema importante a la descalificación por color racial o por poder económico.
Dice de cómo utilizan el lenguaje aquellos que aspiran a ser líderes, de slogans y formas de hablar propias de los grupos a los que quieren llegar.
Lo que ha sucedido en los últimos años en Estados Unidos son señales de mucha preocupación, la radicalización puede llevar la sociedad a niveles nunca pensados en el país más desarrollado del mundo, en la mayor aún economía más grande.
Algunos nos atrevemos a relacionar el odio con la crisis económica de la pandemia. No vimos estos niveles de odio hacia los afroamericanos o los asiáticos, cuando la economía estaba a pleno empleo. Hoy que tiene un nivel de desempleo que ronda el seis por ciento son muchos los blancos norteamericanos que con toda razón estiman que la culpa de su miseria está en los millones de inmigrantes que buscan el famoso sueño americano.
Estoy seguro que muchos latinos se han sentido discriminados en el trato, en el empleo, en el salario y en las oportunidades, pero son muchos los que van ganando posiciones relevantes. Un quince por ciento de la población es un número mayor a la de los afroamericanos que ya lograron su presidente.
Como relata Adekoya, muchos pierden el tiempo en buscar aceptación en diferentes grupos raciales en vez de desarrollar sus propias personalidades.
Es un concepto que no sólo debemos aplicar a todos en el mundo. Un interesante artículo para todo aquel que se sienta racialmente discriminado en Estados Unidos y en el mundo y que esa nación evite algo parecido a lo que ocurrió en el mil ochocientos sesenta y uno y que hoy hemos visto, leyes estatales que regulan el voto en el estado de Georgia, para de alguna forma reducir las posibilidades electorales en comunidadades con mayoría de afroamericanos. Su efecto preocupa y ya vemos cómo Ligas Mayores ha decidido retirar de este estado el Juego de Estrellas, causando una pérdida a la cuidad de Atlanta de más de cien millones de dólares. ¿Seguirán el ejemplo otras grandes compañías que tienen su asiento en este gran estado?
El artículo de referencia debe llevar a pensar que tenemos que actuar como individuos, y que siempre será más productivo que hacerlo en función de raza o estatus económico.