Tras la última reunión del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), fue dada la noticia de que el presidente de la Suprema Corte de Justicia decidió no someterse al proceso de evaluación que se avecina sobre todos los integrantes del alto tribunal que han cumplido siete años en el ejercicio de sus funciones. La información fue dada por el propio doctor Mariano Germán Mejía cuyo discurso del 7 de enero fue preludio del reciente anuncio.
Esta decisión no sorprende mucho, no sólo por qué se sabe que su arribo a la Suprema fue auspiciado por un sector distinto al que hoy predomina en el CNM; sino porque en los corrillos -desde el mismo inicio de esta gestión- anduvo la especie de que para él, la asunción al cargo, había sido como especie de sacrificio.
Todo el que conoce su dilatado ejercicio profesional privado, sabe lo exitoso que fue desde muchos ángulos y no dejaron de expresar su asombro al ver que aceptara ese cambio que, al menos desde el punto de vista económico (honorarios profesionales vs. salario del puesto), era para ellos incomprensible.
A consecuencia de su decisión, el CNM, no tendrá la necesidad de evaluar la gestión de Mariano Germán Mejía como presidente del alto tribunal debiendo limitarse, sencillamente, a llenar la vacante generada por su voluntad de no continuar en dirigiendo el Poder Judicial.
Por esa razón, el país no tendrá la oportunidad de saber, de manos del órgano constitucionalmente autorizado para ello, cual ha sido el resultado de su gestión como presidente de la Suprema Corte de Justicia y la sociedad deberá conformarse con la opinión -claramente interesada- de los diversos actores que se relacionan de forma cotidiana con las funciones desempeñadas por quien abandona el cargo (abogados, fiscales, jueces, etc).
Cuando se escriba la historia del actual período del Poder Judicial, lo cual deberá realizarse transcurrido el tiempo necesario para que se haga con suficiente objetividad, podremos saber qué tan buena ha sido la gestión que culmina. Parafraseando al poeta Ismael De la Cerna “Solamente la historia tiene ahora el derecho a condenarlo o absolverlo..”. Mientras tanto y, por el momento, solo resta decir adiós a Don Mariano, y desearle feliz retorno al ejercicio privado, al mundo de la consulta y del litigio que de seguro le esperan con los brazos abiertos.